Carlsen quiebra a Ding sin despeinarse (2,5-0,5)
El noruego se enfrentará desde el viernes en la final con el vencedor del desempate Niepómniachi-Giri
Magnus Carlsen durante la Copa Sinquefiedl 2019 en San Luis (Misuri, EEUU) Saint Louis Chess Club/Lennart Oote |
El resurgimiento de Liren Ding resulta esperanzador, pero solo ha
durado solo unos días. El chino, 3º del mundo, aguantó la enorme presión
del campeón, Magnus Carlsen, en la 2ª manga (0,5-2,5) mucho peor que el
martes en la 1ª (2,5-3,5). El noruego disputará la final del torneo
rápido Chessable Masters desde el viernes contra el vencedor del
desempate del jueves entre el neerlandés Anish Giri y el ruso Ian
Niepómniachi, quien tras perder la 1ª manga por 1-3 ganó la 2ª
(2,5-1,5).
“No estaría mal jugar contra Ian, pero me hace mucha ilusión tener
enfrente a Anish”, admitió Carlsen durante su entrevista posterior al
triunfo con Chess24.com, en referencia a la gran cantidad de tuits y
declaraciones cruzadas, a veces muy subidas de tono pero sin llegar
nunca al insulto, que se han cruzado los últimos años. Si Giri llegase a
la final y la jugase como hizo este martes podría ser un duelo
apasionante, porque el neerlandés quizá sea el más difícil de vencer de
la élite, y al mismo tiempo es capaz de tumbar a cualquiera que se
exceda en la porfía en pos de la victoria.
Niepómniachi es mucho más irregular, y por tanto impredecible en un combate frente al escandinavo.
La fuerza hercúlea que justifica a Carlsen como campeón del mundo indiscutible se vio en el primer asalto contra Ding en esta segunda manga. El noruego planteó con las piezas negras la Defensa India de Rey, bastante arriesgada en general porque cede mucho espacio a las blancas. Y más aún contra el chino, porque suele ser un arma apropiada para quien se enfrenta a un rival claramente más débil o para una situación donde ganar sea imprescindible. Pero no era el caso, y Ding es el 3º del mundo en partidas lentas y rápidas, especialmente peligroso cuando agarra una ventaja consistente.
La clave llegó en la jugada 27, cuando Carlsen no dudó en sacrificar
un peón a cambio de asegurarse una casilla de bloqueo para uno de sus
caballos. Desde ahí hasta la 65, el combate fue un juego de amagos y
maniobras de los dos jugadores en ambos flancos, buscando alguna
imprecisión del rival mientras el reloj era cada vez más amenazante.
Hasta que Ding cometió un error mortal -lo que es muy raro en él- en la
66 y se rindió de inmediato.
¿Lograría el asiático recuperarse de un golpe tan duro en el primer
asalto? Por fortuna para él, no sufrió con negras para igualar
rápidamente en el segundo y forzar un empate tempranero por repetición
de jugadas. Su gran oportunidad para doblegar al campeón del mundo era
el tercero, con blancas. Pero su intento fue un rotundo fracaso.
Carlsen, quizá porque olía la sangre, fue a por él con negras, y Ding no
supo responder; daba la impresión de estar aún noqueado por el golpe
del primer asalto, y jugó esta partida claramente por debajo de su
altísimo nivel habitual. Tras solo 23 movimientos, la posición de
Carlsen ya era técnicamente ganadora, y Ding estaba tan desmotivado que
se rindió en el trigésimo.
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FUENTE: elpais.com y chess24.com