Los mecenas impulsan el ajedrez
Patrocinio comercial y comunicación son asignaturas pendientes del deporte mental
Seis de
los grandes astros del tablero disputan el torneo de Zúrich en condiciones de
lujo, gracias al mecenazgo del empresario ruso Óleg Skvórtsov. Ese tipo de
financiación no es una rareza, sino lo normal en el deporte mental por
excelencia: casi todos los torneos de élite existen gracias a donantes
privados. El gran agujero negro del ajedrez es el que engloba a todo lo
exterior: patrocinio comercial, comunicación, mercadotecnia y relaciones
públicas.
Son las
tres en punto en los salones del primer piso del hotel Savoy, de lujo, ubicado
en una de las calles más caras de Suiza, donde se ubican las tiendas de las
marcas más cotizadas y los bancos helvéticos más renombrados. Seis ajedrecistas
de postín van a comenzar la última ronda del Zurich Chess Challengeen
su modalidad clásica (el torneo termina el jueves con una jornada de partidas
rápidas). Los duelos de hoy son Kariakin-Anand, Nakamura-Aronián y
Caruana-Krámnik.
En la
primera fila, a pocos metros de los gladiadores mentales, se sientan Skvórtsov
y su esposa, Natalie. A los lados, sus invitados especiales, entre quienes estuvo el novelista español Arturo
Pérez-Reverte durante las primeras rondas. Detrás, unos 50
aficionados en silencio absoluto; hay otros tantos en una sala cercana de
ambiente muy distinto, porque ahí están los comentaristas en directo por
Internet, los periodistas y el personal de la organización, que siguen las
partidas por pantallas gigantes. Entre ambas salas hay un vestíbulo donde se
sirven refrescos, café y té gratis.
Skvórtsov,
quien primero fue ajedrecista, luego doctor en Historia y más tarde se hizo
rico gracias al comercio de diamantes, se siente muy feliz rodeado de los
mejores jugadores del mundo, con los que a veces disputa partidas amistosas.
Además, los torneos que financia le sirven para obsequiar a sus amigos y a
gente que aprecia mucho (él y Natalie han leído todas las novelas de
Pérez-Reverte traducidas al ruso) en un ambiente muy agradable y distinguido.
Basta conversar unos minutos con él para comprender que es muy inteligente y
culto, y que por eso busca la compañía frecuente de cerebros privilegiados. Así
ha sido desde la Edad Media, durante siglos: muchos artistas –y también los
mejores ajedrecistas– han vivido muy cómodamente gracias a que algunos mecenas
querían tenerlos cerca.
Pero la
tradición no es motivo suficiente para explicar que la gran mayoría de los
torneos de élite se deben al mecenazgo, a organismos públicos o a
circunstancias especiales. El desaparecido torneo de Mónaco se debía al potentado
Joop Van Oosterom. El vigente de Londres, al promotor de un fondo de inversión
de alto riesgo; el de Baden-Baden, al empresario Wolfgang Grenke, quien también
invierte en la Bundesliga de ajedrez; el de San Luis (EEUU), al multimillonario
Rex Sinquefeld; el Memorial Petrosián (pasado noviembre en Moscú) y el actual
Gran Premio de la FIDE en Tiflis (Georgia) están patrocinados por
la empresa Socar, muy cercana al presidente Putin, al igual que la multinacional
Gazprom, que financió el Campeonato del Mundo Carlsen-Anand en Sochi hace tres
meses. El festival de Wijk aan Zee (Holanda), que se acerca a sus 80 años de
historia, existe como una compensación de la acería Tata a la población de esa
playa del Mar del Norte, por la contaminación y otras molestias.
Un caso
especial es el de Stavanger (Noruega), donde la enorme popularidad del campeón
del mundo, Magnus Carlsen, sí genera patrocinio de televisiones y firmas
comerciales. Y otro el de Bilbao, cuya Final de Maestros aglutina a los
organismos públicos (Ayuntamiento, Diputación y Gobierno Vasco) con empresas en
una operación bien pensada con doble objetivo: atraer visitantes a la capital
vizcaína y abrir mercados a empresas vascas en otros países por medio del
ajedrez. Sin embargo, la reciente alianza de Stavanger, San Luis y Londres para
crear una "Liga de Oro" puede hacer mucho daño a Bilbao.
En todo
caso, la mentalidad innovadora que muestran los organizadores vascos –han
compartido el torneo con Shanghái, y dos veces con Río de Janeiro para fomentar
los contactos entre empresas- es muy poco frecuente en el ajedrez, donde los
presupuestos de los torneos suelen incluir cantidades exiguas o nulas dedicadas
a las relaciones exteriores y la comunicación. Son contadísimas las
federaciones que cuentan al menos con una persona dedicada a ese tipo de
tareas.
Stavanger (Noruega) es un caso especial donde la
enorme popularidad de Magnus Carlsen genera patrocinio de televisiones y firmas
comerciales.
Sin
embargo, el mercado está ahí, es universal (182 países adscritos a la FIDE) y
crece cada día, a juzgar por la expansión del ajedrez como asignatura en los
colegios y el número de practicantes por Internet. Hay base para afirmar que
millones de personas lo practican (aunque muchos menos de 600, como
exageradamente asegura la FIDE), y un porcentaje creciente lo hace a través de
Internet, la pareja perfecta del ajedrez. Pero no consta que alguna
multinacional de la mercadotecnia y el patrocinio quiera explotarlo.
Aparte de
la mencionada tendencia a la endogamia del ajedrez internacional, la razón
principal de ese vacío puede ser la pésima imagen de la FIDE, siempre rodeada
de grandes sospechas de corrupción, y con un presidente, Kirsán Iliumyínov (20
años en el cargo) que presume de su amistad con dictadores sanguinarios como
Sadam Hussein, Gadafi y Assad, o que asegura haber sido secuestrado por
extraterrestres que le llevaron a jugar al ajedrez en no se sabe qué planeta.
Un
momento clave fue la Olimpiada de Ajedrez de Bled (Eslovenia) en 2002. Altos
dirigentes de IMG (fundada por Mark McCormack), la multinacional que en los
años sesenta y setenta convirtió el golf y el tenis en negocios enormes,
visitaron a Iliumyínov y sus ínclitos directivos durante esa competición. Les interesaba
el ajedrez por tres motivos: Internet, los niños, y el emergente mercado del
Este del Europa. Conocieron a esos ínclitos directivos, se marcharon corriendo
y nunca más se supo.
Termina
la ronda en el hotel Savoy con tres empates, pero bien luchados, que dejan la
clasificación emocionante ante las partidas rápidas del jueves. Skvórtsov,
Natalie y sus invitados han pasado una tarde apasionante; el ejército de
aficionados internautas también; y por lo que dice el mecenas ruso, continuará
siendo así los próximos años, como lo ha sido desde que Felipe II patrocinaba
torneos en su corte a finales del siglo XVI. Algo especial debe tener el
ajedrez para atraer a tantos ricos y poderosos.
Fuente: www.elpais.com