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06 enero 2019

La última partida de Tal

por Zenón Franco

En el Interzonal de 1964 | foto: Harry Pot, Anefo

Mikhail Nekhemyevich Tal (Riga, 9 de noviembre de 1936 - Moscú, 28 de junio de 1992) fue un ajedrecista de un estilo único, revolucionario en su momento, que cambió completamente la visión que tenemos del juego. 
Los campeones del mundo de ajedrez son personas excepcionales, muy inteligentes, que despiertan admiración por sus éxitos ante el tablero. Algunos elegidos, además de la admiración, despiertan una gran simpatía; en este aspecto, Tal es insuperable. Curiosamente, la razón principal de esta preferencia añadida está dentro del tablero: revolucionó el ajedrez, aportándole una belleza que podía ser apreciada por casi todos los aficionados.
No temía al peligro en el ajedrez y tampoco en la vida. Por la simpatía que despertaba, recibía trato de favor y afecto inmediato. "Era amado, ¿no es eso lo que constituye la felicidad? En el tablero Tal era implacable, pero en la vida era una persona inofensiva. El ajedrez era su pasión; no el ajedrez en general, sino jugar al ajedrez…", señaló Botvinnik.
El mismo Tal propició esa simpatía. En su libro The Games and Life of Mikhail Tal, siempre que comentaba partidas "había un predominio de la benevolencia, respeto por el oponente e ironía respecto de sí mismo, todo lo cual se encuentra raramente en nuestros días", señaló Genna Sosonko en New in Chess. Sosonko deja constancia de que para Tal tanto el poder como los títulos y el dinero no significaban nada: en muchos lugares dejó olvidado dinero, pasaportes, etc.
Tenía un brillante y siempre apacible humor, con una risa contagiosa, una reacción instantánea en las conversaciones —llenas de ingenio— y una 'marca registrada': solía decir "¡Camarero! ¡Por favor cámbieme al compañero de mesa!" 

El siglo XX trajo una mayor comprensión de las leyes que rigen el juego y una mejora de la técnica defensiva en el ajedrez. A fines de los años 50, apareció el "mago de Riga", quien, contra la 'normalidad' asumida hasta entonces, introdujo una forma de jugar que parecía vulnerar toda lógica y llevaba a un frecuente triunfo del espíritu sobre la materia.
Fue campeón del mundo sólo un año y seis días, pero según Kasparov "su estrella alumbró con tanto brillo como la que más en toda la historia del ajedrez". 
Su salud era mala. Sus visitas al hospital eran frecuentes antes, después e incluso durante los torneos. Se sometió a doce intervenciones quirúrgicas, por lo que no extraña que muriese joven, a los 55 años. 
En su libro Timman's Titans. My World Chess Champions, el holandés Jan Timman señala que, además del ajedrez, Tal tenía otras tres pasiones: el alcohol, el tabaco y las mujeres. "Tal tenía una enorme urgencia por vivir tan libremente como fuera prácticamente posible. Su fascinación por las mujeres era asombrosa", comentó Timman, a quien un amigo íntimo de Tal le contó que una vez, tras haber ganado una partida, llamó a tres mujeres distintas, y a todas les dijo lo mismo: "Al pensar en ti, fui capaz de ganar la partida". Timman lo vio como una prueba más de que Tal no se tomaba la vida en serio, y siempre encontraba el aspecto divertido de cada situación.
El propio Tal reconoció sus pasiones con su característico sentido del humor: "Fumo, bebo, soy jugador, persigo a las chicas, pero en mi descargo debo decir que el ajedrez postal es un vicio que no tengo". Tal vivió con intensidad y apresuradamente, pero estaba en paz consigo mismo; su amigo Sosonko comentó: "Al quemar su vida, sabía que no había otra, pero no quería y no podía vivir de otra manera".
Su último torneo fue en España, en abril/mayo de 1992, en Barcelona. Antes había jugado en enero el Abierto de Sevilla. Jugué aquel torneo y daba tristeza verlo tan desmejorado. Recuerdo que el organizador había quitado todo el alcohol del minibar de Tal, tratando de hacerle un bien, pero, claro, eso no impidió que Tal lo comprara en los supermercados.
Al respecto, Frederic Friedel, en la web de Chessbase, comentó:  "El rato más largo que pasé con Misha Tal fue en 1988, cuando participó y triunfó en el Campeonato Mundial de Ajedrez Relámpago en San Juan, Canadá. Ganó aquel torneo, dejando atrás a los mejores jugadores del mundo... Tuve que ayudarle a acercarse a su mesa de juego, porque antes se había emborrachado en el bar del hotel. Unos años más tarde le reñí por haber descuidado tanto de su salud. Yo acababa de dejar de fumar y le insistí en que debería hacer lo mismo. Me sonrió y dijo: 'Ah, ¿pero piensas que la vida merece la pena, si tienes que preocuparte por tantas cosas?'".
 Fuente: www.chess24.com