Un método para descubrir
las trampas en ajedrez
Kenneth W. Regan, científico y maestro internacional, ha investigado cientos de miles de partidas
En lo que
a trampas se refiere, el ajedrez puede parecer prácticamente invulnerable. Al
fin y al cabo, el tablero y sus piezas están a la vista de todos. Pero los
últimos escándalos han dejado claro que las trampas —fomentadas por potentes
programas informáticos que juegan mejor que los humanos, así como por
tecnologías de comunicación complejas— empiezan a ser un problema en los
campeonatos de ajedrez mundiales.
El año
pasado, la Federación de Ajedrez francesa acusó a tres jugadores de
confabularse entre ellos durante la Olimpiada de Ajedrez celebrada en
Rusia en 2010 utilizando mensajes de texto codificados y un sistema
de señales. La federación les ha prohibido jugar durante cinco años, aunque
ellos han apelado la decisión.
Kenneth W. Regan, profesor adjunto de ciencias
informáticas en la Universidad estatal de Nueva York en Buffalo, que también es
un maestro internacional del ajedrez, ha investigado estas trampas durante
cinco años.
Regan, de
52 años, se interesó por el problema a raíz del campeonato mundial de 2006
entre Vladimir Kramnik, de Rusia, y Veselin Topalov, de Bulgaria. La partida se
interrumpió cuando el entrenador de Topalov acusó a Kramnik de haber consultado
un ordenador en el baño. Los organizadores cerraron con llave los aseos, a raíz
de lo cual Kramnik abandonó la partida y se negó a continuar a menos que los
abrieran. Acabaron haciéndolo y al final ganó la partida.
Regan, científico y maestro internacional del
ajedrez, ha investigado las trampas durante cinco años
El
problema a la hora de construir una prueba matemática para descubrir a alguien
haciendo trampas es que hay que tener en cuenta muchas variables y valores
extremos.
Parte de
la dificultad reside en que el tamaño de las muestras tiende a ser pequeño, tal
vez 150 o 200 jugadas por participante para todo un torneo. Otra pega es la
forma en que los programas informáticos de ajedrez evalúan las posiciones. Se
dan en incrementos de una centésima del valor de un peón, la pieza menos
valiosa.
La
posible compensación de descubrir una trampa va más allá del ajedrez. Jonathan Schaeffer, catedrático de ciencias
informáticas en la Universidad de Alberta y el inventor de Chinook, el
ordenador que resolvía juegos de damas, señala que la investigación de Regan y
la de otros que también estudian este campo, tiene un enorme valor en potencia.
“Lo que están haciendo es intentar establecer un modelo de cómo toma la gente
las decisiones”, explica.
Esto
también podría tener un valor inmenso para los grandes minoristas de Internet
que quieren adaptar sus ofertas al gusto del comprador, o para usos más
importantes, como personalizar los tratamientos médicos.
Regan, hasta la fecha, ha analizado cerca de
200.000 partidas, incluidas todas las de los 50 torneos más importantes de la
historia
Regan
estaba bastante seguro de que cualquiera que utilice un programa para hacer
trampas en el ajedrez lo programaría en modo simple, donde el programa
selecciona rápidamente una posible jugada, y luego examina una secuencia de
jugadas para evaluar si es acertada. Es eficaz, pero no riguroso.
Regan
decidió que también necesitaba que sus programas funcionaran en modo
multilínea, de modo que pudiera ver dónde y por qué los programas cambiaban sus
evaluaciones. Eso lleva mucho más tiempo.
Quería
crear un modelo de la frecuencia con que las jugadas de jugadores de diferentes
niveles coinciden con las de los programas de ajedrez, y por eso empezó a crear
una base de datos analizando partidas que se remontaban a principios del siglo
XIX. En cada partida hacía que el ordenador evaluara cada posición en modo de
línea sencilla hasta una profundidad de 13 capas (seis o siete movimientos por
cada jugador). Hasta la fecha, ha analizado cerca de 200.000 partidas,
incluidas todas las de los 50 torneos más importantes de la historia. También
ha analizado entre 6.000 y 7.000 en modo multilínea para crear modelos de
jugadores de diferentes niveles.
Regan ha
descubierto que la forma de jugar ha evolucionado. Según su análisis, el 40°
ajedrecista del mundo juega igual de bien que jugaba Anatoly Karpov en los
setenta, cuando era campeón mundial.
Para
comprobar si alguien hace trampas, coteja el nivel relativo del jugador con el
modelo de comparación. Regan señala que sus modelos están en una fase en la que
solo se pueden usar como apoyo en casos en los que se alega que se han hecho
trampas.
En el
caso francés, llegó a la conclusión de que dos partidas de uno de los acusados,
Sébastien Feller, eran valores extremos, lo cual quiere decir que tenían una
correlación inusualmente elevada con un programa de ajedrez.
Fuente: tecnologia.elpais.com