Nakamura aprovecha el ímpetu excesivo de Dúbov
El estadounidense domina la final (2,5-1,5) tras la primera manga por su mayor temple y mejor técnica
Por Leontxo García
El samurái Hikaru Nakamura aplicó muy bien uno de los principios de
las artes marciales -aprovechar la fuerza del rival en tu favor- para
imponerse al ruso Danil Dúbov en la primera manga de la final del torneo
rápido por internet Lindores Abbey. El estadounidense, emigrado desde
Japón cuando tenía dos años, eliminó el sábado al campeón del mundo, el
noruego Magnus Carlsen, en la muerte súbita de las semifinales y se considera favorito en la final, que continúa este martes.
“Creo
que Danil estaba hoy demasiado punzante. Y como le he planteado
posiciones más bien aburridas, eso le incomodaba todavía más. En ese
contexto, perder la primera partida por empujar demasiado resulta
especialmente molesto, y puede provocar que también juegues mal la
segunda”, explicó Nakamura al club virtual que organiza el torneo, Chess
24, un minuto después de su victoria.
Ciertamente, el primer asalto de la final dejó la impresión de que
Dúbov estaba demasiado acelerado, tal vez crecido en exceso por su gran
éxito en este torneo, lo que además encaja bien con su estilo innovador y
propicio al riesgo. Pero la valentía debe ser modulada por la sensatez,
y esta vez se pasó de rosca: hizo todo muy bien hasta la vigésima
jugada, cuando desechó la más lógica, que le daba una pequeña ventaja,
para optar por otra que dejaba la lucha equilibrada; y solo dos jugadas
después, cuando lo razonable era jugar para empatar, entregó un peón sin
necesidad y con un optimismo desmedido, brutalmente castigado por
Nakamura.
Y en el segundo ocurrió algo en la misma línea. Nakamura, con blancas, tenía una ventaja duradera -un peón débil de su rival- pero pequeña. Dúbov debía resignarse a una defensa pasiva, pero con grandes probabilidades de tablas. En lugar de ello, sacrificó el peón a cambio de una actividad que el americano neutralizó como quien se quita una mosca del brazo, y la segunda derrota consecutiva del ruso fue una mera cuestión de técnica refinada.
Pero el cosaco que Dúbov lleva dentro no se rindió, y
presionó en el tercer asalto al samurái, quien de pronto se vio obligado
a tomar su propia medicina: en el lado pasivo de la presión, Nakamura
entregó un peón con excesiva alegría y el ruso se aferró a él para ganar
impecablemente un final de torres. De pronto, el muerto amenazaba con
salir de ataúd.
Para evitarlo, Nakamura adoptó con blancas en el cuarto asalto un
esquema poco ambicioso y más bien aburrido, a la espera de que el cosaco
tirase la casa por la ventana en su porfía para ganar como fuese. Pero
Dúbov no perdió esta vez la cordura, y la pelea se convirtió en un
partido de tenis con ambos peloteando desde el fondo de la pista, sin
subir apenas a la red. Nakamura fue cambiando piezas en una faena de
aliño muy profesional; tanto, que Dúbov careció de la más mínima
oportunidad de embrollar a su adversario. Y el empate no tardó mucho en
firmarse.
Dúbov necesita ganar la segunda manga este martes; solo entonces
habrá una tercera el miércoles. Para que eso ocurra, el cosaco deberá
asumir que, además de agresividad, valentía y espíritu innovador,
necesita mucha paciencia para doblegar a un samurái muy bregado en el
combate rápido.
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Fuente: elpais.com y chess24.com