Esta frase nos recuerda a un famoso libro de Max Euwe.
Pero la aplicamos para definir lo que significó el cotejo de la segunda ronda del 41º Campeonato de la U.R.S.S. disputado en 1973 entre el entonces Campeón del Mundo Juvenil, Alexander Beliavsky y el afamado GM y Candidato al Título Mundial, Lev Polugaevsky.
Beliavsky se fue metiendo poco a poco en problemas que luego resultaron irresolubles.
La calidad del juego de Polugaevsky fue subiendo según avanzaba la partida y el final de “torre y alfil” por bando fue un auténtico dechado de perfección por parte de Polugaevsky que no dio chance alguna a su rival.
Antes de ofrecerles la partida, merece la pena echar un vistazo a la siguiente foto de la Casa Central de los Ferroviarios moscovita donde se disputó este precioso torneo, que tanto añoramos hoy en día ¡los buenos aficionados al ajedrez!.
En la foto: llamada Majestuosidad.
Por: Angel Jiménez Arteaga
aarteaga61@gmail.com