El ajedrez: deporte, ciencia y arte
Esta disciplina ha sido definida de diferentes formas, debido a que desarrolla capacidades tanto intelectuales como emocionales.
Por Julieta Sandoval
Foto Carlos Sebastián
Es reconocido como un juego que fusiona características de ciencia, arte y deporte. El ajedrez no sólo divierte y entretiene a personas de todas edades y culturas, sino que también estimula la creatividad y la inteligencia emocional.
Ernesto Che Guevara lo definía como “un medio eficaz para la formación del intelecto del hombre”. Para Rodrigo Galeros, director de la Academia de Ajedrez de la Federación Nacional, es un juego-ciencia, porque más que ejercitar una condición física desarrolla capacidades mentales.
Un ajedrecista es analítico, observa de forma cuidadosa cada posición de las 16 piezas —ocho peones, dos torres, dos caballos, dos alfiles, una reina y un rey— y aprende a calcular, debe saber qué jugada hará, pues nada es imprevisible.
En el ajedrez, la agilidad mental |
“Se debe ser ordenado, de lo contrario, se perderá”, agrega Galeros. Asimismo, motiva la investigación, ya que debe leerse mucha teoría para conocer sobre las posibles partidas. Y algo especial de este deporte: educa para ganar o perder. Simboliza la guerra, es un juego para dos personas, en el que no interviene el azar, sino la rapidez intelectual de los competidores al dirigir a un ejército en un tablero de 64 casillas, “que se miran chiquitas, pero son todo un mundo”, afirma el director de la academia.
Una gimnasia mental
Con esta disciplina cualquier persona puede ser entrenada para que resuelva situaciones, mantenga la concentración y controle sus estados mentales frente a la competencia exigente, así se afirma la dimensión intelectual y se toman en cuenta las respuestas emocionales en relación con el entorno, dice el ajedrecista argentino Jorge Laplaza, en su artículo El Peón Rey.
El neurólogo Henry Stocks indica que toda actividad intelectual que se principia a temprana edad es buena. La mejor etapa es entre los cinco y siete años, asegura. Galeros menciona que en Rusia, un país donde el ajedrez es parte del currículo, con la misma categoría que matemáticas o lenguaje, los pedagogos recomiendan empezar el aprendizaje a los tres años de edad.
Integrantes de la Federación han dialogado con autoridades del Ministerio de Educación para que se incluya como una materia obligatoria, porque quien practica ajedrez está en una gimnasia mental continua, que proporciona una magnífica concentración.
El escritor León Tolstoi describió su gusto por esta afición como “un buen descanso; hace trabajar la mente, pero de una forma muy especial”.
Stocks explica que el cerebro se desarrolla mejor si se subordina a actividades que estimulen su capacidad. El ajedrez es una de esas ocupaciones completas para la mente, porque hace reaccionar muchas partes de la masa encefálica. Sus jugadas aumentan la capacidad de ambos hemisferios, la mayoría de las personas utiliza más uno, por eso esta disciplina es completa para los niños. A ellos se les puede facilitar las matemáticas, porque aprenden a resolver problemas, explica la sicóloga Suzzete del Valle.
Investigadores de la Universidad de Minnesota estudiaron por medio de resonancia magnética el cerebro de algunos jugadores de ajedrez. En éstos se activaron las áreas relacionadas con la orientación espacial, el procesamiento visual y la atención. Los análisis mostraron que en la operación para conseguir un jaque mate (jugada en que se amenaza directamente al rey o a la reina del contrario) intervienen casi todas las partes del cerebro.
Mas no todo es color de rosa con esta disciplina. Pablo Rodas Martini, analista político económico, quien fuera un amante del ajedrez, dice que hay aspectos positivos pero también negativos. Lo bueno es que “ante un problema determinado uno puede ordenar rápidamente y desmenuzarlo de la mejor manera para plantear una solución”. Lo malo es que crea adicción. Rodrigo Galeros comparte esta opinión, al mencionar que conoce a muchos que han dejado todo por encontrar mejores estrategias.
Rodas dice que si un ajedrecista sumara todas las horas que le dedica a este deporte, con eso hubiera podido estudiar dos o tres maestrías y hasta doctorados. Él recuerda haber abandonado el jaque mate cuando encontró otra pasión: la política. Otro inconveniente que destaca el analista es la tendencia hacia la soledad. “Yo pasaba ocho horas estudiando partidas, y muchas más frente al adversario, sin dirigirle la palabra”.La siquiatra Carmen Aída Martínez explica que estas características se dan cuando la persona posee predisposición a ser dependiente a algo, no puede decirse que sea una particularidad del ajedrez. De igual forma, quienes tienden a ser solitarios buscan este tipo de actividades para sentirse cómodos.
Los que disfrutan de él, sin embargo, aseguran que da más ventajas que perjuicios. Para ellos, pasar horas frente a un tablero jamás será aburrido, pues aseguran que nunca repetirán un juego.
Historia...
Hay muchas versiones, pero la más aceptada es la que sostiene que fue inventado en India, en el siglo VI d.C. Se le conocía como “el juego del ejército ”o Chaturanga, podían participar dos o cuatro personas.
Por los viajes de los comerciantes, el juego llegó a Persia y después se difundió en toda Asia. Más adelante, los árabes lo estudiaron y se dieron cuenta de que estaba muy relacionado con las matemáticas; escribieron varios tratados sobre él y, al parecer, fueron los primeros en formalizarlo y en escribir sus reglas.
Entre los años 800 y 900 d.C. el ajedrez se conoció en Europa. Primero llegó a España, con la conquista de los árabes y, otra vez por las rutas comerciales, se fue divulgando en otros países de ese continente. También se sabe que los vikingos lo jugaban, pues entre los restos de una tumba fueron encontrados un tablero con algunas piezas.
Durante los siglos XVI y XVII, tuvo un importante cambio: se escribieron y publicaron las reglas que hoy lo regulan. Las piezas adquirieron la forma que tienen actualmente la reina se convirtió en el componente más poderoso y pudo moverse por cualquier fila o diagonal del tablero.
Hasta el siglo XVIII, el ajedrez había sido el juego predilecto de la nobleza y la aristocracia, después pasó a los cafés y las universidades.
Algunos beneficios> Desarrolla la memoria al archivar mentalmente variantes de juego. También entrena el uso y recuerdo de modelos necesarios para el pensamiento visual.
> Aumenta la concentración porque se emplea todo el potencial mental para lograr un jaque mate y vencer al oponente.
> Incrementa el pensamiento deductivo, pues se requiere de expresión de ideas lógicas encadenadas para lograr una buena estrategia.
> Estimula la imaginación y creatividad. Se debe ser ingenioso para mejorar el nivel del juego.
> Independencia. El jugador se ve forzado a tomar importantes decisiones influenciado sólo por su propio juicio. Decide cada jugada y eso crea criterio.
> Pensamiento científico. El ajedrez genera numerosas variantes en la mente. Se exploran nuevas ideas, se decide sobre hipótesis para hacer la jugada.
> Investigación. Hay miles de situaciones para cada partida. Se aprende a indagar, organizar y usar esa ilimitada cantidad de información.
> Sicología. Es una prueba de paciencia, control de nervios, poder mental y concentración.