La característica más distintiva de un deporte es aquella relacionada
con la actividad física; una acción con evidente desgaste energético,
sudor y en ocasiones, … lágrimas y sangre. Las neurociencias demuestran
que el ajedrez, aun clasificado como deporte mental, cumple con este
requisito.
por Uvencio Blanco Hernández
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Magnus Carlsen en el torneo Tata Steel Chess India | Foto: Lennart Ootes |
Una vieja discusión
Con la evolución de nuestra sociedad, en particular la occidental de
los últimos 130 años contados a partir de la primera Olimpiada de la Era
Moderna, el deporte y su concepción ha variado significativamente;
convirtiéndose en fenómeno de masas muy por encima de cualquier otra
expresión cultural. Sin embargo, al revisar fuentes como el Diccionario
de la Lengua Española, este define el término deporte como una
“actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica
supone entrenamiento y sujeción a normas”. Igualmente, al revisar la
Carta Europea del Deporte, encontramos que lo define como
“Todas las formas de actividades físicas que
mediante una participación organizada o no, tienen como objetivo la
expresión o la mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo
de las relaciones sociales o la obtención de resultados en competición
de todos los niveles”.
Estas definiciones coinciden en un término clave, la “actividad física”; esto es:
Todo aquel proceso en donde se ponen en práctica
una serie de ejercicios en los que se trabajan los músculos y en donde
se realiza mayor gasto energético en comparación a cuando el cuerpo se
encuentra en reposo y que puede ser puesta en marcha por cualquier ser
vivo que tenga la capacidad para moverse. Este tipo de acciones pueden
ser llevadas a cabo de manera natural en acciones tan sencillas como
caminar, correr, nadar, bailar, o puede ser llevada a cabo de manera
organizada, tal es el caso de las rutinas de ejercicios empleadas por
los deportistas en un entrenamiento. Cabe destacar que la actividad
física también conlleva un conjunto de procesos de tipo emocional y
psicológico.
(Conceptos-Definiciones)
Más allá de tales coincidencias, comunes a los deportes reconocidos
como tales por el Comité Olímpico Internacional (COI), la práctica
deportiva ha sufrido una serie de adaptaciones importantes, no solo por
el ingreso de la tecnología, el marketing y los medios masivos de
comunicación y las redes sociales, sino por la visión que originalmente
se tenía de ellos. Recordemos que, por ejemplo, los deportes que
participaban en el Programa de Verano y de Invierno, tenían como
característica fundamental el amateurismo. Pues, como podremos
verificar, hace más de 3 décadas que esta visión dejó de ser “práctica”
para el COI desde el momento en que abrió sus puertas a los deportistas
profesionales.
Así mismo, el surgimiento de nuevas expresiones competitivas como la
escalada, el brakedance y los juegos de la mente, han terminado
modificando el concepto original de deporte y su naturaleza. De hecho,
organizaciones internacionales como las Naciones Unidas sostiene expresó
en su Asamblea General de 2015:
Reconocemos que el deporte contribuye cada vez
más a hacer realidad el desarrollo y la paz promoviendo la tolerancia y
el respeto, y que respalda también el empoderamiento de las mujeres y
los jóvenes, las personas y las comunidades, así como los objetivos en
materia de salud, educación e inclusión social.
(ONU, 2015)
Ajedrez de rendimiento
Algunos autores consideran que jugar ajedrez es una acción
sedentaria, carente de actividad física, de movimientos que generen
sudoración, cansancio o fatiga. Un juego tranquilo donde los movimientos
se limitan, exclusivamente, a la motricidad fina y que, por lo tanto,
no es posible -desde esta visión- considerarle deporte.
Efectivamente, el ajedrez aparenta ser una actividad tranquila, con
limitada movilidad y estrés, pero al hacer las evaluaciones fisiológicas
y psicológicas de participantes en torneos de diferentes categorías, la
percepción de un juego de poco movimiento y desgaste físico, queda a un
lado. En particular, cuando nos referimos al ajedrez competitivo.
Grandes maestros del tablero han coincidido en considerar la práctica
del ajedrez de alto rendimiento como algo muy exigente, duro, árido y
difícil de manejar; inclusive, aun disponiendo de recursos tecnológicos
nunca antes soñados. También concuerdan en que, para obtener un alto
nivel de experticia, los ajedrecistas -en promedio- deben dedicar hasta
10 años de entrenamiento y participación en torneos de nivel
competitivo. De tal manera que, el ajedrez en tanto deporte de
competición, demanda un largo tiempo de experiencias acumuladas en el
entrenamiento y la práctica magistral.
Al hablar de ajedrez de competencia, rendimiento e, inclusive,
profesional, nos estamos refiriendo a la organización de eventos
oficiales (torneos, matches y campeonatos; individuales o por equipos,
nacionales o internacionales), en los cuales participan de forma regular
o sistemática, ajedrecistas de la más alta calificación, desde fuertes
jugadores de club hasta grandes maestros que disputan el título de
campeón, absoluto o femenino. Según Rogers (1951, 1961),
El prestigio que rodea a la inteligencia y a las
habilidades cognitivas en occidente, en especial en los tiempos
modernos, guarda una estrecha relación con este punto. El ajedrez emplea
la lógica, el raciocinio y el análisis científico, que son los rasgos
más distintivos de nuestra especie. Desde hace muchos años la Psicología
ha destacado que todos los seres humanos necesitamos sentirnos
importantes ante nosotros mismos, buscamos desarrollar y fortalecer
nuestro sí-mismo (self), nos acercamos a la gente, circunstancias y
actividades que contribuyen a este objetivo y nos apartamos de los que
no lo hacen.
Más adelante y en relación con el concepto de autoestima, “parece que
para los ajedrecistas de competencia su imagen personal y su autoestima
están muy relacionadas con la práctica de su deporte favorito”.
CR7 “El Bicho” y Magnus Carlsen
La relación ojo - mano - cerebro en la práctica ajedrecística
Blanco (2004), afirmó que una actividad, para ser considerada deporte, debe estar conectada con la actividad física.
Cada día la preparación física de los
ajedrecistas es más exigente; en particular en jugadores de alta
competencia que necesitan un sistema nervioso muy estable y un organismo
que le permita soportar las múltiples tensiones generadas por duras
partidas de ajedrez. Los ajedrecistas modernos tienen generalmente uno o
varios deportes o actividades físicas complementarias: tenis, natación,
trote, boliche, pesas, etc.; que les permita mantenerse en óptima forma
física y así poder enfrentar los rigores de la partida. Con estas
actividades de potencia, fuerza o velocidad, los ajedrecistas
contribuyen al mejoramiento de su estado físico y mental, pudiendo así
producir partidas de mayor nivel técnico y respondiendo a las demandas
físicas y emocionales exigidas por los torneos modernos.
En esa misma línea, este autor nos indica que el deporte se distingue
de otras expresiones humanas, por una serie de características
específicas, siendo probablemente la más conocida la relacionada con la
actividad física entendida como ejecución de ejercicios físicos
específicos.
Entonces, en el caso del ajedrez estamos en presencia de un deporte
aparentemente sedentario (dos personas sentadas frente a frente teniendo
un tablero y figuras de por medio), porque su actividad parece estar
únicamente asociada al movimiento de las piezas y el control del reloj,
ambos hechos con las manos. Efectivamente, la limitada movilidad
observada está circunscrita a la relación ojo – mano – cerebro;
característica de una motricidad fina.
En relación con la actividad física desplegada por un ajedrecista en partidas de torneo, Guzmán Grados opina que,
En las competiciones ajedrecísticas el jugador
debe permanecer sentado en silencio durante horas, realizar sus
movimientos sobre el tablero cada cierto tiempo y llevar la anotación de
los mismos en su planilla de juego. En apariencia no se le exige
físicamente un esfuerzo mayor. Sin embargo, como ya hemos señalado, su
mente vive un mar de actividad incesante, en el que las vivencias
emocionales juegan su propio rol al lado de las más cognitivas, lo que
se traduce en el incremento de la activación fisiológica que, a
diferencia de lo que ocurre en los deportes de contacto directo y de
movimientos amplios, no encuentra una vía de escape física. En cualquier
competencia deportiva de alto nivel, es perfectamente esperable que los
participantes experimenten inquietud y tensión emocional (“nervios”)
antes o durante los primeros momentos de la misma. Una vez iniciado el
juego, lo usual es que el despliegue físico la disipe o absorba al
servir de vía de expresión. No ocurre así en el ajedrez, donde es
probable que el jugador continúe acumulando una creciente tensión de
naturaleza psicofisiológica durante horas.
ChessBase, 2005
Algunas evidencias de laboratorio
Más allá de la aparente tranquilidad en la que se desenvuelven
ajedrecistas de rendimiento, en realidad el ajedrez es un deporte
exigente (fuerte, duro e inflexible ante el error). Por ejemplo, es
normal que un ajedrecista pierda considerable peso durante la
competición. La revista Time indicó “un reciente experimento fisiológico
realizado en la Universidad de Temple mostró que la sudoración o
pérdida de agua causada por el ajedrez, como consecuencia del alto
desgaste energético de un ajedrecista es comparable con el de una sesión
de boxeo o de fútbol; de hecho, no es inusual que un gran maestro pueda
hasta perder 15 libras”.
El Dr. Helmunt Pfleger de Alemania, un gran maestro internacional de
ajedrez, condujo un experimento científico en el marco del Torneo de
Grandes Maestros de Múnich (1979). En dicho estudio, patrocinado por la
Federación Alemana de Deportes, participaron también los investigadores
K. Stoker (Universidad de Múnich), H. Pabst (Centro de Investigaciones
de Medicina Deportiva de la Federación de Baviera) y G. Haralambie
(Clínica Médica Universitaria de Freiburg).
En este experimento con ajedrecistas de alto nivel, fue medida la
frecuencia cardíaca y los niveles de presión sanguínea. Los valores
conseguidos se mostraron entre 2.5 y 3 veces más altas que normales de
un individuo en reposo. Test relativos al estado físico de los
participantes que fueron comparados con los de otros deportistas
profesionales (curling, golf, car racing y tiro con arco), mostraron
valores similares.
En lo que se refiere a las capacidades físicas generales como la
excitabilidad neurovegetativa y a los parámetros del aparato
circulatorio durante la competición, los ajedrecistas resultaron ser
igualmente comparables con los deportistas de las llamadas “actividades
atléticas ligeras” por lo que, también con arreglos a estos criterios,
el ajedrez puede ser incluido con razón entre las actividades
deportivas.
Respecto a la presión arterial, se concluyó que las elevaciones de
esta variable dependen de la constitución del jugador y de las tensiones
generadas durante la partida.
En relación con la frecuencia cardiaca se observó que posiciones
sobre el tablero en las que una ventaja que promete victoria, puede
producir tranquilidad y reducción de la frecuencia cardiaca en un
jugador y, pero en otro, al encontrarse cerca de la meta y temer perder
la supremacía, puede producirse una aceleración mayor que antes.
Así mismo, quedó demostrado que el miedo y con él la frecuencia del
pulso, es a menudo mayor durante la espera de una jugada del adversario y
la consiguiente pasividad asimilativa, que durante la elaboración de
los propios planes que suponen un influjo activo. Al finalizar la
partida, cuando todo ha quedado concluido, se produce una relajación
catártica con caída en la frecuencia del pulso.
Respecto a las pruebas de esfuerzo de unos ajedrecistas se
establecieron comparaciones con diversas actividades deportivas
(deportes a motor, tiro deportivo, etc.), en las que el puro rendimiento
corporal no parece tener relevancia. La comparación del rendimiento
demostró que con los ajedrecistas se obtienen valores similares a los
habituales en otros tipos de deporte. Finalmente, esta investigación
mostró que resultados de test sobre colesterol producen resultados que
son igualmente favorables, como en otros deportes, en la prevención de
la aterosclerosis.
Fuente: chessbase.com