En tiempos de coronavirus, con centenares de millones de personas obligadas a permanecer en casa, el ajedrez online ha tenido un auge extraordinario. Cada día, en las tres plataformas más importantes del mundo, Chess24, Chess.com y Lichess, se juegan millones de partidas. Además, los principales ajedrecistas del planeta compiten en torneos online que captan la atención de los seguidores de este deporte, mitad arte, mitad ciencia, de los medios de comunicación y de los patrocinadores. Pero el ajedrez online sigue teniendo un enorme problema: ¿cómo evitar las trampas?
Las trampas no son nada nuevo en el ajedrez. En el primer match por la corona mundial, entre Viktor Korchnoi y Anatoli Karpov, en 1978, el primero acusó a su oponente de recibir “ayuda foránea” en un yogurt, que tenía un color diferente al que él recibía. Después, Korchnoi aclaró que aquello había sido una “broma”; pero, para evitar problemas, los organizadores del match decidieron entregar un yogurt, de igual color y a la misma hora, a los dos ajedrecistas.
Saltamos en el tiempo hasta 2006, en el match que unificaría la corona del ajedrez, dividida tras la creación de la Asociación de Ajedrecistas Profesionales, por Garry Kasparov, en 1993. El manager del búlgaro Veselin Topalov, Silvio Danailov, acusó a Vladimir Kramnik de recibir “ayuda externa”, en sus continuos viajes al baño, que era el único sitio que no tenía vigilancia por audio y vídeo. El “Toiletgate” resultó muy desagradable. Nunca se le pudo probar nada al ruso, quien venció en las partidas rápidas; aunque Topalov, como mal perdedor, siguió defendiendo que le habían robado el título.
Con el avance de las tecnologías los tramposos perfeccionaron sus métodos. Teléfonos inteligentes, dispositivos electrónicos ubicados dentro de las orejas, escondidos en el cuerpo o en los zapatos forman parte del “arsenal” de aquellos que recurren a los análisis de los software—cada vez más potentes—para ganar una partida.
Quizás el escándalo más grande haya sido el del francés Sebastien Feller, en la Olimpiada de 2012, celebrada en Khanty-Mansiysk. El entrenador de Feller estableció con el joven jugador un sistema de alertas, en dependencia del lugar que ocupara en el salón de competencia. De esta forma, cuando el software de análisis indicaba que Feller tenía opciones en una posición, el entrenador entraba y se situaba en el lugar pactado. Así, Feller sabía que era un momento decisivo en la partida.
Encontrar a los tramposos en los torneos tradicionales ahora no es tan complicado. Los organizadores no permiten que los ajedrecistas lleven consigo ningún tipo de dispositivo electrónico; además, los jugadores deben atravesar por detectores de metales antes de entrar al área de juego. En algunos certámenes, incluso se separa dicha área de juego por un cristal de solo “una vía”, para así impedir que los ajedrecistas puedan establecer contacto visual con el público.
ALGORISMOS PARA DETENER LAS TRAMPAS EN EL AJEDREZ ONLINE
Pero, ¿qué sucede con el ajedrez online? ¿Cómo impedir que un jugador se auxilie de un software para mejorar sus resultados? ¿Es posible detener este “doping tecnológico”?
De acuerdo con el Gran Maestro cubano Leinier Domínguez, quien juega desde 2018 para la Federación de Estados Unidos, este un problema. “Con todos los avances en tecnología, siempre es una posibilidad. Las personas tienen más oportunidades de hacer estas cosas”, declaró a The New York Times.
El “menú de opciones” para los tramposos en el ajedrez online es diverso. Algunos crean cuentas falsas y con ella desarrollan varias partidas, para posicionar bien dicha cuenta y, luego, juegan contra esa cuenta y, lógicamente, ganan. Así logran que su verdadero perfil obtenga ELO (como sucede en el ajedrez tradicional, por cada victoria mejora el coeficiente del jugador).
No obstante, el “plato principal” del menú sigue siendo la ayuda de los software en las partidas. En un escenario en el que nadie está observando al jugador resulta muy complicado impedir que este utilice las sugerencias de los potentes motores de análisis de programas especializados.
Las principales plataformas de ajedrez online saben esto y por eso han invertido para crear algoritmos que permitan identificar, de manera automática, a los posibles tramposos. Estos algoritmos detectan cuando un perfil hace jugadas continuas parecidas a las que haría un software y disparan la alarma.
En Chess.com existe un equipo de seis profesionales dedicados a combatir las trampas. Según el reportaje del Times, Gerard Le-Marechal, quien forma parte de ese equipo, recibe alertas diarias sobre tramposos. Muchas de estas alertas son de amateurs, pero también profesionales y, en ocasiones, algún maestro. Las cuentas marcadas no pueden continuar dentro de la plataforma.
Un ejemplo reciente ocurrió en la Copa Cuba de ajedrez online. En este evento hubo un torneo clasificatorio que otorgaba 17 cupos para la ronda eliminatoria. Dos de los jugadores que lograron boletos fueron “marcados” luego por Lichess como potenciales tramposos y, por tanto, se les prohibió continuar en la competencia.
Uno de los requisitos que están exigiendo las plataformas para torneos con mucho dinero de por medio, como el Magnus Carlsen Invitational, en Chess24, con una bolsa de 250 mil dólares en premios y la Copa de las Naciones, en Chess.com, que ofrecerá 180 mil, es que cada jugador tenga al menos dos cámaras filmándolo continuamente. Una de estas cámaras es visible para los usuarios que visitan el sitio y la otra solo para los árbitros del torneo.
Con estas medidas y teniendo en cuenta que es altamente improbable que un jugador de la súper elite arriesgue perder su credibilidad, pues al menos nos queda claro que, en estos torneos, no hay trampas. Pero ni siquiera los más potentes algoritmos parecen capaces de detectar (todavía) cuando llega una “ayudita” de un software.