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23 agosto 2015

EL CHE Y EL AJEDREZ

Capablanca fue su primera referencia de Cuba

Por: Osvaldo Rojas Garay

De una manera u otra, tal como relata el general de brigada William Gálvez Rodríguez en su libro Che deportista, el Guerrillero Heroico incursionó en la mayoría de los deportes, sobresaliendo en cuatro de ellos: natación, fútbol, rugby y el ajedrez, éste último lo aprendió desde pequeño en aquellas largas permanencias en la casa, debido al asma.

Durante esos prolongados encierros motivados por su padecimiento es cuando el padre enseña al niño Ernesto a jugar ajedrez, disciplina que no dejó de practicar hasta sus últimos días. 

Cuando apenas tenía 11 años de edad, Buenos Aires acoge en 1939 la Olimpiada Mundial de Ajedrez, que marcó el debut de los cubanos en estas citas liderados por José Raúl Capablanca, quien doce años atrás en la propia capital argentina había perdido la corona mundial frente a Alexander Alekhine.

En su última gran competencia, Capablanca se llevó la medalla de oro en el primer tablero. El pequeño Ernesto estuvo al tanto de lo que ocurría en el certamen bonaerense y así, según reconociera en testimonio posterior, tuvo la primera referencia de Cuba al enterarse de que el famoso trebejista era cubano.


Lo que no podía imaginar Ernesto es que años después convertido en el legendario Comandante Che Guevara sería uno de los máximos impulsores de la creación en 1962 del Torneo Capablanca in Memóriam, que se desarrolla hasta nuestros días.

Al Che se le veía sistemáticamente en la sala de juego de las primeras versiones de estos certámenes. Su constante asistencia a estos certámenes le permitió conocer personalmente a tres de los jugadores que ostentaron el cetro del orbe: Vasili Smislov, Boris Spaski y Mijail Tal.

En presencia de este último, participó el 24 de agosto de 1963 en el acto de premiación de la justa organizada por la Sección Sindical del Ministerio de Industrias, lid en la que  el inolvidable Comandante ocupó la segunda plaza, con 20 victorias, 2 derrotas e igual número de tablas. Fue ese día cuando adelantándose a su época pronunció sus proféticas palabras:

“Es que cuando Capablanca murió, el ajedrez se olvidó mucho. Ahora ha surgido nuevamente el entusiasmo con la Revolución. Cada día surgen nuevos valores del ajedrez en Cuba, verdaderos talentos; habrá muchos jugadores de alta calidad, otros Capablanca y Tal. Vamos a tener Grandes Maestros y eso será también obra de la Revolución”.

No se equivocó: nuestro país ha logrado graduar veintiséis grandes maestros en el periodo revolucionario —seis de ellos villaclareños— y ocho grandes maestras.

CALIFICADO JUGADOR

Che fue un calificado contrincante para varios Maestros, como lo confirman sus resultados en simultáneas realizadas entre 1962 y 1963 ante jugadores de alto rango.

En la justa fundacional del torneo que rinde tributo al tercer soberano mundial del tablero escaqueado, Che fue uno de los simultaneístas que enfrentó al Gran Maestro polaco-argentino, Miguel Najdorf, titular de la mencionada porfía.

Según relató el fallecido Árbitro Internacional José Luis Barreras, a la altura de la jugada doce, Najdorf le propuso tablas, pero Che no estuvo de acuerdo: He venido a ganar o perder, le expresó”.
Al llegar a la movida 17 el visitante volvió a hacerle el ofrecimiento de empate al Che, quien después de comprobar el equilibrio de las piezas aceptó la división de la unidad.

Posteriormente ambos recordaron la partida que habían dirimido en otra simultánea realizada en 1949. Entonces, el legendario combatiente cursaba la carrera de Medicina.

Najdorf diría después: “entre los gratos recuerdos que guardo de mi estancia en La Habana en 1962, están mis encuentros con el Che. Supe más tarde, que de estudiante frecuentaba el Club de Ajedrez de Buenos Aires. ¡Qué amante del ajedrez! Tan amante del ajedrez como de la libertad”.

También en declaraciones en un diario de Buenos Aires expresó: “Era un jugador bastante fuerte. Prefería el juego agresivo y era dado a los sacrificios, pero bien preparados; por lo que puedo ubicarlo como de primera categoría”.

En ese mismo año superó al Maestro Nacional Rogelio Ortega, campeón de Cuba en 1966, y entabló con el Gran Maestro checoslovaco Miroslav Filip, en simultáneas efectuadas en el Ministerio de Industrias.

Al año siguiente (1963) se desarrolló la segunda versión del Capablanca in Memóriam, que finalizó con el triunfo de Víctor Korchnoi, jugador soviético que después se radicó en Suiza. La celebración del evento fue aprovechada por el Che para enfrentar en simultáneas a tres de los grandes maestros que intervinieron en el torneo.

Perdió con Korchnoi, pero hizo tablas frente a Mijail Tal y el yugoslavo Peter Trifunovic. Tres meses antes, en el mes de junio, se había visto superado por el MI Eleazar Jiménez y en 1964 aventajó al MN mexicano Armando Acevedo, por lo que su saldo frente a estos ocho experimentados jugadores fue de dos victorias, cuatro divisiones del punto y dos derrotas.

En buena medida se debe al impulso del Che la primera participación de un equipo cubano en una Olimpiada Mundial de Ajedrez después del triunfo de la Revolución. Esto fue a raíz de la visita a La Habana del prestigioso ajedrecista soviético Paul Keres, quien sostuvo un encuentro con el Guerrillero Heroico el 12 de febrero de 1960.

Allí se habló de la posibilidad de enviar una representación a la Olimpiada que se realizaría ese año en la entonces República Democrática Alemana, pero se carecía de los recursos económicos y José Luis Barreras, Comisionado Nacional, solicitó la ayuda de algunos compañeros entre ellos el Che.

NI EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES DEJÓ DE JUGARLO

El Comandante Guevara no dejó de jugar ajedrez ni en los momentos más difíciles. Cuentan que cuando los días de la Crisis de octubre de 1962, le dijo en Pinar del Río a unos de sus oficiales: Ve a La Habana y trae seis juegos de ajedrez de madera, que no sabemos cuanto va a durar la guerra.

Y en las tensas sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en diciembre de 1964, encontró tiempo para jugar una partida.

La contribución al impulso del ajedrez del Comandante guerrillero serían reconocidos en la clausura de la edición XXXV del Capablanca in Memóriam  (2000) cuando, Silvino García —primero de los Grandes Maestros vaticinados por el Che— anunció que al excepcional revolucionario se le había concedido el excelentísimo título de Caballero de la FIDE.

Tal distinción se le otorgaba por la Federación Internacional de Ajedrez por su aporte a la masificación y el desarrollo del ajedrez en Cuba. Su nombre se inscribió en el Libro de Oro de la FIDE, para el que también fueron seleccionados José Luis Barreras y el Maestro Internacional Eleazar Jiménez. Estos dos sin el rango de Caballero.

Fuente: https://verbiclara.wordpress.com/