Capablanca fue su primera referencia de Cuba
Por: Osvaldo Rojas Garay
De una manera u otra, tal como relata el general de brigada William Gálvez Rodríguez en su libro Che deportista, el Guerrillero Heroico
incursionó en la mayoría de los deportes, sobresaliendo en cuatro de
ellos: natación, fútbol, rugby y el ajedrez, éste último lo aprendió
desde pequeño en aquellas largas permanencias en la casa, debido al
asma.
Durante esos prolongados encierros motivados por su padecimiento es
cuando el padre enseña al niño Ernesto a jugar ajedrez, disciplina que
no dejó de practicar hasta sus últimos días.
Cuando apenas tenía 11 años de edad, Buenos Aires acoge en 1939 la
Olimpiada Mundial de Ajedrez, que marcó el debut de los cubanos en estas
citas liderados por José Raúl Capablanca, quien doce años atrás en la
propia capital argentina había perdido la corona mundial frente a
Alexander Alekhine.
En su última gran competencia, Capablanca se llevó la medalla de oro
en el primer tablero. El pequeño Ernesto estuvo al tanto de lo que
ocurría en el certamen bonaerense y así, según reconociera en testimonio
posterior, tuvo la primera referencia de Cuba al enterarse de que el
famoso trebejista era cubano.
Lo que no podía imaginar Ernesto es que años después convertido en el
legendario Comandante Che Guevara sería uno de los máximos impulsores
de la creación en 1962 del Torneo Capablanca in Memóriam, que se
desarrolla hasta nuestros días.
Al Che se le veía sistemáticamente en la sala de juego de las
primeras versiones de estos certámenes. Su constante asistencia a estos
certámenes le permitió conocer personalmente a tres de los jugadores que
ostentaron el cetro del orbe: Vasili Smislov, Boris Spaski y Mijail
Tal.
En presencia de este último, participó el 24 de agosto de 1963 en el
acto de premiación de la justa organizada por la Sección Sindical del
Ministerio de Industrias, lid en la que el inolvidable Comandante
ocupó la segunda plaza, con 20 victorias, 2 derrotas e igual número de
tablas. Fue ese día cuando adelantándose a su época pronunció sus
proféticas palabras:
“Es que cuando Capablanca murió, el ajedrez se olvidó mucho. Ahora ha
surgido nuevamente el entusiasmo con la Revolución. Cada día surgen
nuevos valores del ajedrez en Cuba, verdaderos talentos; habrá muchos
jugadores de alta calidad, otros Capablanca y Tal. Vamos a tener Grandes
Maestros y eso será también obra de la Revolución”.
No se equivocó: nuestro país ha logrado graduar veintiséis grandes
maestros en el periodo revolucionario —seis de ellos villaclareños— y
ocho grandes maestras.
CALIFICADO JUGADOR
Che fue un calificado contrincante para varios Maestros, como lo
confirman sus resultados en simultáneas realizadas entre 1962 y 1963
ante jugadores de alto rango.
En la justa fundacional del torneo que rinde tributo al tercer
soberano mundial del tablero escaqueado, Che fue uno de los
simultaneístas que enfrentó al Gran Maestro polaco-argentino, Miguel
Najdorf, titular de la mencionada porfía.
Según relató el fallecido Árbitro Internacional José Luis Barreras, a
la altura de la jugada doce, Najdorf le propuso tablas, pero Che no
estuvo de acuerdo: He venido a ganar o perder, le expresó”.
Al llegar a la movida 17 el visitante volvió a hacerle el
ofrecimiento de empate al Che, quien después de comprobar el equilibrio
de las piezas aceptó la división de la unidad.
Posteriormente ambos recordaron la partida que habían dirimido en
otra simultánea realizada en 1949. Entonces, el legendario combatiente
cursaba la carrera de Medicina.
Najdorf diría después: “entre los gratos recuerdos que guardo de mi
estancia en La Habana en 1962, están mis encuentros con el Che. Supe más
tarde, que de estudiante frecuentaba el Club de Ajedrez de Buenos
Aires. ¡Qué amante del ajedrez! Tan amante del ajedrez como de la
libertad”.
También en declaraciones en un diario de Buenos Aires expresó: “Era
un jugador bastante fuerte. Prefería el juego agresivo y era dado a los
sacrificios, pero bien preparados; por lo que puedo ubicarlo como de
primera categoría”.
En ese mismo año superó al Maestro Nacional Rogelio Ortega, campeón
de Cuba en 1966, y entabló con el Gran Maestro checoslovaco Miroslav
Filip, en simultáneas efectuadas en el Ministerio de Industrias.
Al año siguiente (1963) se desarrolló la segunda versión del
Capablanca in Memóriam, que finalizó con el triunfo de Víctor Korchnoi,
jugador soviético que después se radicó en Suiza. La celebración del
evento fue aprovechada por el Che para enfrentar en simultáneas a tres
de los grandes maestros que intervinieron en el torneo.
Perdió con Korchnoi, pero hizo tablas frente a Mijail Tal y el
yugoslavo Peter Trifunovic. Tres meses antes, en el mes de junio, se
había visto superado por el MI Eleazar Jiménez y en 1964 aventajó al MN
mexicano Armando Acevedo, por lo que su saldo frente a estos ocho
experimentados jugadores fue de dos victorias, cuatro divisiones del
punto y dos derrotas.
En buena medida se debe al impulso del Che la primera participación
de un equipo cubano en una Olimpiada Mundial de Ajedrez después del
triunfo de la Revolución. Esto fue a raíz de la visita a La Habana del
prestigioso ajedrecista soviético Paul Keres, quien sostuvo un encuentro
con el Guerrillero Heroico el 12 de febrero de 1960.
Allí se habló de la posibilidad de enviar una representación a la
Olimpiada que se realizaría ese año en la entonces República Democrática
Alemana, pero se carecía de los recursos económicos y José Luis
Barreras, Comisionado Nacional, solicitó la ayuda de algunos compañeros
entre ellos el Che.
NI EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES DEJÓ DE JUGARLO
El Comandante Guevara no dejó de jugar ajedrez ni en los momentos más
difíciles. Cuentan que cuando los días de la Crisis de octubre de 1962,
le dijo en Pinar del Río a unos de sus oficiales: Ve a La Habana y trae
seis juegos de ajedrez de madera, que no sabemos cuanto va a durar la
guerra.
Y en las tensas sesiones de la Asamblea General de la Organización de
Naciones Unidas (ONU), en diciembre de 1964, encontró tiempo para jugar
una partida.
La contribución al impulso del ajedrez del Comandante guerrillero
serían reconocidos en la clausura de la edición XXXV del Capablanca in
Memóriam (2000) cuando, Silvino García —primero de los Grandes
Maestros vaticinados por el Che— anunció que al excepcional
revolucionario se le había concedido el excelentísimo título de
Caballero de la FIDE.
Tal distinción se le otorgaba por la Federación Internacional de
Ajedrez por su aporte a la masificación y el desarrollo del ajedrez en
Cuba. Su nombre se inscribió en el Libro de Oro de la FIDE, para el que
también fueron seleccionados José Luis Barreras y el Maestro
Internacional Eleazar Jiménez. Estos dos sin el rango de Caballero.
Fuente: https://verbiclara.wordpress.com/