En la revista rusa Sport-Express, habla de su carrera y de sus
pasiones particulares. En la primera parte de la entrevista, el
duodécimo campeón del mundo habla de sus viajes y el apoyo que ha
recibido por parte del ejército de EE.UU. durante su duelo por el título
mundial contra Korchnoi, en Baguio, en 1978 aunque se limitase a su
afición al tenis. Primera entrega traducida al castellano…
De baños en el hielo, viajes y la memoria de los jugadores de ajedrez
Nos reunimos en su despacho en la Duma, a comienzos del año nuevo. Fuera estaba nevando. Karpov no tenía intención de marcharse de vacaciones a un sitio con más calorcito.
“De ser posible, siempre he pasado las fiestas junto con la familia y
nos solíamos quedar en Moscú. También en esta ocasión vamos a pasar las
fiestas de manera modesta. A mi esposa y a mí no nos gustan mucho las
grandes fiestas”, comentó el duodécimo campeón del mundo.
No estoy del todo seguro sobre si debo seguir haciéndolo. Con el paso
de los años, cada vez es más peligroso darse baños de hielo. La primera
vez que lo probé fue a la víspera del año 2000. Me metí en agua helada
en medio de la noche para así dar la bienvenida al nuevo millenio.
¿Qué se siente al darse uno un baño de hielo?
Estrés. No hay que meterse durante demasiado tiempo. Hay gente que se
queda en el agujero de agua metido en el hielo durante mucho tiempo.
Desde un punto de vista médico eso no está bien. Pero al solo meterse un
instante se nota como se estimula la circulación de la sangre.
¿Alguna vez se ha planteado echar una partida de ajerez metido en un agujero de hielo?
Bueno, la partida solo duraría un movimiento. Me he metido tres veces
y después he desaparecido rápidamente en la sauna para recalentarme.
Le preguntamos a Mikhail Boyarsky cuál había sido la actividad más
extraordinaria que hubiera realizado el día de Año Nuevo. No tardó en
contestar, comentando: “Sobrevolar Gudermes (República Chechena) en
helicóptero”. ¿Cuál fue su día de año nuevo más especial?
Yo recuerdo la Noche Vieja en la que menos he festejado. Jugué al
ajedrez toda la noche vieja de 1971, entrando en 1972. Fue un torneo
tradicional en Hastings (Inglaterra). Jugábamos la última partida. Tenía
que ganar a toda costa. A falta de las últimas cuatro rondas yo tenía
2,5 puntos más que Korchnoi. Pero luego perdí una partida y a
continuación hubo dos empates y Korchnoi empezaba a ganar. Para ganar el
torneo, tuve que vencer al inglés Markland, que ni siquiera era gran
maestro. Programaron la partida para que la disputásemos a las 23:00
horas. Eso, según la hora de Moscú es la medianoche. Fui al hotel para
prepararme para la partida. Dos horas más tarde me marché para la sala
de juego. A las cinco horas de la madrugada hora de Moscú finalmente
había ganado.
He pasado el año nuevo en el extranjero muchas veces: en 1966 en
Checoslovaquia, en 1968 en Holanda. En 1972 estaba en México junto
a Paul Keres. El viaje de vuelta de aquel viaje fue bastante aventurado.
¿Por qué?
De repente, el vuelo fue cancelado y no había más vuelos directos a
Europa. Hoy en día con Internet todo eso es muy fácil. Entonces nos
salvó Paul Petrovich. Tenía unos pasatiempos interesantes. Era dueño de
una de las colecciones más fabulosas de discos de música de toda la
Unión Soviética, con muchas primeras ediciones. Dicho pasatiempo no nos
sirvió de mucho en México, pero otro sí. Siempre llevava consigo los
horarios de aviones de diversas líneas aéreas. Keres se puso manos a la
obra y preparó un el plan de viaje. Finalmente volamos de la manera
siguiente: México – EE.UU. – Montreal – Ámsterdam – Praga – Moscú. La
alternativa habría sido esperar 5 días más en México.
Paul Petrovich Keres |
Dicen que Kasparov ha ganado una fortuna al darle clases a Carlsen.
¿Cuándo fue la última vez que alguien se haya acercado a Ud. para que le
diese clases por unos buenos honorarios?
No sé si es cierto que Kasparov haya ganado una fortunda por haberle
dado clases. Supongo que no será verdad. Yo personalmente nunca he
entrenado a nadie.
¿No le parecería una opción interessante?
No hay tiempo suficiente. Puedo actuar como asesor. Pero preparar a
alguien para el campeonato del mundo, trabajar en el repertorio de
aperturas… No. Sigo jugando al ajedrez porque me gusta.
Normalmente
suelo jugar al ajedrez relámpago. Me encanta jugar con Karjakin y
Morozevich.
El cerebro de los ajedrecistas es algo extraordinario. ¿Nota algún cambio al hacerse mayor?
La velocidad es otra. El tiempo de reacción es menos rápido que antes. Ya no juego al nivel de los grandes de nuestro planeta.
¿Tiene alguna ventaja? ¿Hay algo que Ud. sepa hacer mejor que ellos?
Ellos tienen mejores conocimientos. Se pasan varias horas delante del
ordenador todos los días. Eso no lo hago yo en absoluto. Yo juego
sentado frente al tablero. Pero si salgo de la apertura sin que me hayan
“pillado”, suelen salir posiciones razonables. Entonces no tengo
problemas con nadie. Eso es así también porque la calidad de los
jugadores ha empeorado. En otoño del año pasado se enfrentaron Carlsen y
Anand y yo acudí a la final. Se acerca el vicepresidente de la FIDE,
Georgios Makropulos y me dice: “A juzgar por las partidas de hoy en día,
hasta un Karpov en mala forma podría cualquiera de los dos…”
¿La memoria empeora con la edad?
Lleva más tiempo recordar variantes.
¿Y en la vida cotidiana?
Puedo recordar muy bien aquellas ciudades que he visitado en varias
ocasiones. Podría dibujar un mapa con todas las calles sin problema.
Solo he perdido el camino una sola vez, en un barrio de Bruselas.
¿Existe alguna persona que le haya asombrado a Ud. debido a su buena memoria?
Jura Balashov era único. Se conocía de memoria la lista de todos
participantes de los campeonatos de la Unión Soviética y, naturalmente
todas las partidas y los resultados, ya en los tiempos de la Escuela de
Ajedrez de Botvinnik. Podía decir al instante, en qué día de la semana
caería, digamos el 5 de marzo de 1923. La respuesta llegaba en un
segundo. Manejaba unas técnicas especiales.
¿Por qué no llegó a ser un buen jugador de ajedrez Balashov?
La memoria es una buena ayuda, pero no es lo más importante en el
ajedrez. Mi padre tenía una memoria prodigiosa, en lo que se respecta a
la técnica.
¿De qué manera se notaba eso?
Era el ingeniero jefe en una fábrica en Tula, con 13.000
trabajadores. Ya se imaginará Ud. cuantos detalles tenía que recordar.
¡Mi padre se sabía la norma estatal de cada uno de los trabajadores de
memoria! Estamos hablando de una cifra de ocho dígitos y a eso se
agregan unas letras más. Mi memoria es peor que la de mi padre.
Pero en cambio, Ud. se conoce muy bien la geografía de sus viajes. Mejor que Senkevich.
África no me gusta mucho, pero no conozco África Central. Tampoco he
estado en Nueva Zelanda, ni en Tasmania ni en Tierra de Fuego.
¿Hay países en Europa que se haya “saltado”?
No, ni siquiera hay grandes ciudades que no haya visitado.
Se conoce la historia que en el duelo por el título mundial contra
Korchnoi en Baguio 1978. Alguién intentó envenenarle a Ud. O sea que, al
parecer las medidas especiales de seguridad no se habían tomado en
vano…
Ya esperábamos que iba a haber dificultades. También cuando nos
preparábamos para el duelo contra Fischer. En estos duelos no todo era
ajedrez. Para Korchnoi la situación estaba todavía más complicada,
viendo la situación general. Los filipinos se comportaron muy bien
conmigo. Los contactos personales juegan un papel importante. En Baguio
me atendió un ex piloto de Eisenhower por parte de los organizadores.
Suena interesante…
Sí, un coronel de la aviación estadounidense. Su esposa era o Miss
Asia o bien Miss Mundo, una dama impresionante. Él mismo había
solicitado la jubilación y se había mudado a Filipinas. Después de unos
días nos habíamos hecho amigos. Fue él quien me ayudó a resolver un
problema. Yo jugaba al tenis. En las cercanías únicamente había canchas
de tenis “difíciles”. Directamente bajo la ventana de mi habitación del
hotel estaba el centro recreativo de los aviadores estadounidense que
habían luchado en Vietnam. El coronel me invitó a una recepción y me
presentó al general, el jefe de la base. Este no tuvo ningún
inconveniente: “¡Anatoly puede venir cuando quiera y utilizar todo lo
que necesite!”. Si coincidía con uno de los momentos entre los tifones,
inmediatamente me acercaba a la cancha de tenis. Fueron unos tifones
tremendos. ¡No he visto nada igual en mi vida!
¿Cómo era exactamente?
El primer tifón se acabó a las 8 de la mañana y el segundo llegó una
hora más tarde. En tres meses, cayeron cuatro veces más precipitaciones
que en Moscú suelen caer en un año. Cada vez que llegaba la calma
llamaba a la base y les decía: “¡En 20 minutos estoy ahí!” Una vez
organizaron una fiesta para la delegación. Fuimos a una bolera que
formaba parte de la base y resulta que la frase “cerrado por limpieza”
no solamente existía en la Unión Soviética. Los americanos colgaron esa
misma indicación en la puerta, una vez que nos hubiesen dejado entrar.
¿Estaba al tanto Korchnoi de esta amistad con los americanos?
Después de que se hubiese enterado de que nos apoyaban, armó un
escándalo con la ayuda de la prensa. Opinaba que los americanos le
deberían ayudar a él y no a mi.
Comentó Tal que si Ud. hubiese perdido en Baguio, el deporte del
ajedrez se habría declarado como “pseudociencia” en la Unión Soviética.
Quizá tenía resaca cuando ideó eso. Entonces también afirmó que yo
había preparado todo para no tener que regresar a la Unión Soviética en
el caso de que hubiese perdido el duelo. ¡Es aburdo!
Hemos leído como se preparó Korchnoi para el duelo contra usted.
Algunos jugadores de ajedrez lo han confirmado. Viktor Lvovich colgó un
retato de usted en la pared y lo escupía.
Es la primera vez que oigo eso. Me asombraría mucho si fuese verdad.
Yo, personalmente, nunca he sentido ganas de colgar un retrato de mi
oponente en la pared y prepararme de esta manera al duelo.
¿En serio que
le han comentado eso?
Sí, Mark Taimanov, y él no ha sido el único.
Hm. Botvinnik, Korchnoi y Kasparov necesitaban odiar al oponente para
jugar exitosamente. Yo formo parte del otro tipo de ajedrecistas. Me
parezco más a Keres, Spassky o Portisch. En el tablero luchamos, pero en
la vida real nos llevamos muy bien.
Korchnoi además era animado por su esposa a odiar a sus adversarios.
Petra Leeuwerik odiaba todo lo relacionado con la Unión Soviétia. Lo demostraba en su actitud y sus comentarios.
¿No la metieron en un campo soviético?
Efectivamente también tiene que ver con eso. Estuvo metida en las
cárceles de la Unión Soviética durante lo que podrían haber sido los
mejores años de su vida. Pero con toda razón. Ella misma lo ha contado.
Ella era espía, según mi parecer no muy exitosa. Eso sí, únicamente
trabajó en ese oficio durante tres días.
Fuente: http://wordpress.ajedrez-de-estilo.com.ar