FREUD, FINE Y FISCHER
Por:
EDUARDO BERMÚDEZ BARRERA, PhD
Universidad del Atlántico,
Barranquilla, Colombia.
Por el año de
1956, mientras el mundo occidental celebraba el centenario del nacimiento de
Sigmund Freud, en la populosa y pujante ciudad de New York, una señora llamada
Regina Wender llevaba a su hijo, un jovencito de trece años, a consulta con un
psicoanalista freudiano. La señora, que ya había consultado a otros dos
especialistas en piscología, estaba muy preocupada por la salud mental de su
pueril retoño quien, a su parecer, estaba excesivamente apasionado por el
ajedrez dejando de lado sus estudios del
colegio por estar practicando y
estudiando obsesivamente el juego ciencia. Para no alargar esta singular
anécdota hemos de decir que, el sesudo
analista terminó jugando alegremente al ajedrez con el imberbe jovencito, futuro campeón mundial.
Dos disciplinas muy diversas: el psicoanálisis y el ajedrez, han reunido a los hombres que dan el título a este artículo. De entre los tres nombrados, dos de ellos: Sigmund Freud y Bobby Fischer, han sido considerados “héroes” en las respectivas áreas de la cultura humana en las cuales desarrollaron una experticia sin par. El tercero en concordia, Reuben Fine, es el psicoanalista de la breve anécdota que hemos contado al comienzo. Pero Fine, además de escribir varios libros sobre psicoanálisis y ser por muchos años vicepresidente de la Sociedad Psicoanalítica de USA, fue también un ajedrecista de élite mundial, que supo cómo lograr el primer lugar en el Torneo AVRO 1938, donde además venció al campeón mundial Alexander Alekhine en las dos partidas que jugaron.
En una
entrevista que le hicieron a Samuel Reshevsky en 1981, cuando cumplió
setenta
años, le preguntaron sobre cómo comparaba a los mejores jugadores
norteamericanos de finales del siglo XX como: Walter Browne, Larry Christiansen
y Yasser Seirawan con Reuben Fine, a lo
que Reshevsky contestó sin dudar: “…pienso
que ninguno de estos jóvenes colegas ha conseguido su nivel todavía. Fine fue
realmente un jugador grandioso.” Arnold Denker, quien fuera su amigo y
contendor desde que eran adolescentes dijo: “Aunque Reshevsky superó Fine en
varias ocasiones, he considerado a este último un mejor jugador debido a su mayor
conocimiento y más profunda comprensión del juego. Ello quedó demostrado por su
mejor record internacional.”
Reuben Fine |
Según el citado GM Arnold Denker, entre los
años de 1936 a 1938, los éxitos internacionales de Reuben Fine fueron de tal
magnitud, que solo Paul Morphy y Bobby Fischer fueron los únicos
norteamericanos que obtuvieron mejores logros. Veamos: primero en Zandvoort
1936, tercero e invicto en Nottingham, 1936, primero en Amsterdam, 1936,
primero en Estocolmo, 1937, primero también en Margate, 1937 y Ostende, 1937,
segundo en Semmering-Baden, 1937, hasta llegar al punto culminante de su
carrera AVRO, 1938, donde empató el primer lugar con Paul Keres, por delante de
Botvinnik, Euwe, Capablanca, Alekhine, Reshevsky y Flohr. Medalla de oro por
equipos en las olimpiadas de 1933, 35 y 37 y, medalla de oro individual en la
Olimpiada 1937.
Es obvio que
su corta pero brillantísima carrera ha de estar sustentada por partidas de
ajedrez fuera de lo común en el ámbito magistral. Debemos comenzar una revisión
de sus mejores producciones dejándonos guiar por la mano autorizada de grandes
autores. Su amigo Max Euwe, considera que una
buena muestra de su muy racional, técnico y pulido estilo de juego, es
su victoria contra Alekhine en Margate, 1937. Por su parte, el fino gusto de Tartakower
nos sugiere que nos deleitemos con la combinación que remata su partida con
Arthur Dake en 1933, donde la movilidad de las piezas blancas es un modelo que
anticipa, de maravillosa manera, los postulados que sustenta hoy día el GM Suba
en su libro “Estrategia dinámica en ajedrez”.
Muchos
autores coinciden en que la mejor partida de R. Fine, es su triunfo contra
Botvinnik en AVRO, 1938, torneo para el cual varió su repertorio y de ser conocido por abrir con 1.d4, pasó a jugar
1.e4, con el objeto de sorprender a sus oponentes, como efectivamente ocurrió
en esta partida cuya quinta jugada es una variante que Fine le había preparado
especialmente para este torneo a la francesa de Botvinnik. Pero el propio Fine
consideró que: “…en términos de planeación estratégica y ejecución táctica”, la
mejor partida que jugó en su carrera fue contra otra defensa francesa, la que
le planteó Salo Flohr también en AVRO, 1938, donde, una vez más, el juego
dinámico que realizan las móviles y muy bien coordinadas piezas blancas se
imponen en su universal estilo.
Para su colega Fred Reinfeld, la partida que
jugó en la Olimpiada de Varsovia, 1935 contra W. Winter “hace justicia a sus capacidades”
para el juego ciencia. Contra Kashdan en
el torneo de USA, 1936, así como contra Maroczy en Zandvoort, 1936 y también en
su partida contra Eliskases de Hastings, 1936, nos muestra su depurada técnica
en el final lo que le valió ser considerado un clásico en el conocimiento de
esta parte del juego por su libro “Finales básicos de Ajedrez”, que fue uno de
los mejores manuales escritos sobre el tema hasta el advenimiento de los
poderosos motores de análisis de los programas de ajedrez de finales del siglo
XX y comienzos del XXI, que han encontrado sutilezas imposibles de resolver por el puro caletre
humano.
El maestro
Andy Soltis, para su artículo de la Enciclopedia de Ajedrez editada por H.
Golombek, seleccionó el excelente contrataque que jugó R. Fine en 1934 contra
el legendario Carlos Torre. Tartakower, como uno de los grandes comentaristas
de la historia se refiere así a la defensa Benoni de Stahlberg en el match de
1937: “esta partida es característica de los métodos del ganador- recursos
simples, tan lógicos como discretos, produciendo el colapso de la posición
negra con una fuerza casi elemental”, o contra Lilienthal en Moscú, 1937: “Una
partida puramente posicional en la cual, sin efectos brillantes, cada movida es
el resultado de un cálculo profundo y exacto.” Dignas de ver son también:
contra Grossman, New York, 1933 y Becker en Zandvoort, 1936.
El estilo de
Fine se puede caracterizar como el de Smyslov, por la búsqueda de la armonía,
pero mientras para el ruso la Armonía, así con mayúscula, tiene connotaciones
musicales y místicas, en el norteamericano encontramos que la armonía se
estructura simple y lógicamente a partir de los principios que el mismo Fine
llamó en su libro “CHESS EASY WAY”: 1) Fuerza, 2) Movilidad 3) Seguridad del Rey. Este libro que es un
método fácil para enseñar a los adultos el juego del ajedrez, muestra la
claridad y distinción en las ideas ajedrecísticas de este gran jugador. La
Movilidad es, para Fine la base del juego posicional, por ello la estructura de
peones es para él un caso especial de movilidad. Esta manera de concebir el
ajedrez como ciencia es característica de Fine.
Por fortuna
su gran actividad como escritor de ajedrez nos legó un puñado de libros que aún
hoy día son parte de la moderna teoría del juego. Fine es uno de los pocos
teóricos que explican las combinaciones en ajedrez sin ningún misterio. Sus
métodos son heredados de la estructura mental de los científicos. Mientras
otros autores hablan de las combinaciones como: “el triunfo de la mente sobre
la materia”, Fine nos expone con la sencillez de un lógico: “Todas las
combinaciones están basadas en un doble ataque… es obvio que para ello las
amenazas deben ser significativas…pero ¿cuándo son significativas la
amenazas?...solo en uno de dos casos: a) cuando son de mate o b) cuando son
para ganar material… si no hay debilidades las combinaciones no son posibles”.
Bobby Fischer |
Se ha dicho
casi ya como un lugar común que, Bobby Fischer es el mejor representante de la
Escuela Soviética de ajedrez, pero Boris Spassky y David Bronstein han
cuestionado la existencia de tal escuela. Hemos citado al comienzo que Fine y
Fischer se relacionaron en 1956 para un supuesto tratamiento psicoanalítico pero
terminaron entregándose a su pasión y se olvidaron de Freud. No es nada
descabellado pensar que ha existido también una escuela neuyorquina de ajedrez
en donde, no por casualidad vivieron y murieron Steinitz, Lasker y Capablanca y
surgieron otros jugadores de talla mundial como Marshall, Fine y Reshevsky y, fruto
de ellos, el inigualable Bobby Fischer para llegar hasta hoy día con Hikaru
Nakamura y Fabiano Caruana.
Para un estudioso obsesivo como Bobby Fischer,
quien padeció la monomanía de leer las proezas del sus “héroes” ajedrecísticos
y, como Don Quijote o Madame Bovary, quiso
realizarlas haciendo lo que leyó, no debieron ser para nada extrañas las
publicaciones de Reuben Fine en la revista Chess Review, donde este expuso
temas teóricos generales como por ejemplo: “El valor de la ideas” en ajedrez y
allí nos dice: “ En ajedrez como en otros campos, las ideas son medios del
pensamiento organizado…Las ideas en ajedrez son de tres clases: a) generales,
b) de largo alcance y c) específicas…lo más fácil es aprender los primeros dos
tipos de ideas en los libros.” Pero, nos sugiere Fine, se necesita pensamiento crítico y
originalidad para la tercera clase de ideas.
Finalmente,
es necesario decir, para hacer honor a Reuben Fine en el centenario de su
nacimiento (1914-2014), que una vez que se retiró del ajedrez competitivo, se
dedicó profesionalmente a ejercer la profesión de psicoanalista. Escribió
muchos libros sobre psicoanálisis y su libro “Historia del Psicoanálisis”, se
considera hoy un clásico. Tuvo amistad personal y profesional con Ernest Jones,
el biógrafo oficial de Sigmund Freud,
intercambiando ambos autores discusiones sobre psicoanálisis y ajedrez.
Fine, en su estudio de los nueve primeros campeones mundiales, distinguió entre
“héroes” y “no héroes”, los primeros “utilizan el ajedrez para satisfacer sus
sueños de omnipotencia”, los segundos “adoptan el ajedrez como una más de sus
diversas actividades intelectuales”, a este segundo grupo, sin duda, perteneció
Reuben Fine, mentor subrepticio de Fischer y discípulo ortodoxo de Freud.