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06 octubre 2014

Centenario de REUBEN FINE 1914-2014


                         FREUD, FINE Y FISCHER

 Por: EDUARDO BERMÚDEZ BARRERA, PhD
Universidad del Atlántico, Barranquilla, Colombia.


Por el año de 1956, mientras el mundo occidental celebraba el centenario del nacimiento de Sigmund Freud, en la populosa y pujante ciudad de New York, una señora llamada Regina Wender llevaba a su hijo, un jovencito de trece años, a consulta con un psicoanalista freudiano. La señora, que ya había consultado a otros dos especialistas en piscología, estaba muy preocupada por la salud mental de su pueril retoño quien, a su parecer, estaba excesivamente apasionado por el ajedrez  dejando de lado sus estudios del colegio por estar practicando y  estudiando obsesivamente el juego ciencia. Para no alargar esta singular anécdota hemos de decir que, el  sesudo analista terminó jugando alegremente al ajedrez con el  imberbe jovencito, futuro campeón mundial.

Dos disciplinas muy diversas: el psicoanálisis y el ajedrez, han reunido a los  hombres que dan el título a este artículo. De entre los tres nombrados, dos de ellos: Sigmund Freud y Bobby Fischer, han sido considerados  “héroes” en las respectivas áreas de la cultura humana en las cuales desarrollaron una experticia sin par. El tercero en concordia, Reuben Fine, es el psicoanalista de la breve anécdota que hemos contado al comienzo. Pero Fine, además de escribir varios libros sobre psicoanálisis y ser por muchos años vicepresidente de la Sociedad Psicoanalítica de USA,  fue también un ajedrecista de élite mundial, que supo cómo  lograr el primer lugar en el Torneo AVRO 1938, donde además venció al campeón mundial Alexander Alekhine en las dos partidas que jugaron.

En una entrevista que le hicieron a Samuel Reshevsky en 1981, cuando cumplió
Reuben Fine
setenta años, le preguntaron sobre cómo comparaba a los mejores jugadores norteamericanos de finales del siglo XX como: Walter Browne, Larry Christiansen y Yasser Seirawan con  Reuben Fine, a lo que  Reshevsky contestó sin dudar: “…pienso que ninguno de estos jóvenes colegas ha conseguido su nivel todavía. Fine fue realmente un jugador grandioso.” Arnold Denker, quien fuera su amigo y contendor desde que eran adolescentes dijo: “Aunque Reshevsky superó Fine en varias ocasiones, he considerado a este último un mejor jugador debido a su mayor conocimiento y más profunda comprensión del juego. Ello quedó demostrado por su mejor record internacional.” 

 Según el citado GM Arnold Denker, entre los años de 1936 a 1938, los éxitos internacionales de Reuben Fine fueron de tal magnitud, que solo Paul Morphy y Bobby Fischer fueron los únicos norteamericanos que obtuvieron mejores logros. Veamos: primero en Zandvoort 1936, tercero e invicto en Nottingham, 1936, primero en Amsterdam, 1936, primero en Estocolmo, 1937, primero también en Margate, 1937 y Ostende, 1937, segundo en Semmering-Baden, 1937, hasta llegar al punto culminante de su carrera AVRO, 1938, donde empató el primer lugar con Paul Keres, por delante de Botvinnik, Euwe, Capablanca, Alekhine, Reshevsky y Flohr. Medalla de oro por equipos en las olimpiadas de 1933, 35 y 37 y, medalla de oro individual en la Olimpiada 1937.

Es obvio que su corta pero brillantísima carrera ha de estar sustentada por partidas de ajedrez fuera de lo común en el ámbito magistral. Debemos comenzar una revisión de sus mejores producciones dejándonos guiar por la mano autorizada de grandes autores. Su amigo Max Euwe, considera que una  buena muestra de su muy racional, técnico y pulido estilo de juego, es su victoria contra Alekhine en Margate, 1937. Por su parte, el fino gusto de Tartakower nos sugiere que nos deleitemos con la combinación que remata su partida con Arthur Dake en 1933, donde la movilidad de las piezas blancas es un modelo que anticipa, de maravillosa manera, los postulados que sustenta hoy día el GM Suba en su libro “Estrategia dinámica en ajedrez”.

Muchos autores coinciden en que la mejor partida de R. Fine, es su triunfo contra Botvinnik en AVRO, 1938, torneo para el cual varió su repertorio y de ser  conocido por abrir con 1.d4, pasó a jugar 1.e4, con el objeto de sorprender a sus oponentes, como efectivamente ocurrió en esta partida cuya quinta jugada es una variante que Fine le había preparado especialmente para este torneo a la francesa de Botvinnik. Pero el propio Fine consideró que: “…en términos de planeación estratégica y ejecución táctica”, la mejor partida que jugó en su carrera fue contra otra defensa francesa, la que le planteó Salo Flohr también en AVRO, 1938, donde, una vez más, el juego dinámico que realizan las móviles y muy bien coordinadas piezas blancas se imponen en su universal estilo.

 Para su colega Fred Reinfeld, la partida que jugó en la Olimpiada de Varsovia, 1935 contra W. Winter “hace justicia a sus capacidades” para el  juego ciencia. Contra Kashdan en el torneo de USA, 1936, así como contra Maroczy en Zandvoort, 1936 y también en su partida contra Eliskases de Hastings, 1936, nos muestra su depurada técnica en el final lo que le valió ser considerado un clásico en el conocimiento de esta parte del juego por su libro “Finales básicos de Ajedrez”, que fue uno de los mejores manuales escritos sobre el tema hasta el advenimiento de los poderosos motores de análisis de los programas de ajedrez de finales del siglo XX y comienzos del XXI, que han encontrado sutilezas  imposibles de resolver por el puro caletre humano.

El maestro Andy Soltis, para su artículo de la Enciclopedia de Ajedrez editada por H. Golombek, seleccionó el excelente contrataque que jugó R. Fine en 1934 contra el legendario Carlos Torre. Tartakower, como uno de los grandes comentaristas de la historia se refiere así a la defensa Benoni de Stahlberg en el match de 1937: “esta partida es característica de los métodos del ganador- recursos simples, tan lógicos como discretos, produciendo el colapso de la posición negra con una fuerza casi elemental”, o contra Lilienthal en Moscú, 1937: “Una partida puramente posicional en la cual, sin efectos brillantes, cada movida es el resultado de un cálculo profundo y exacto.” Dignas de ver son también: contra Grossman, New York, 1933 y Becker en Zandvoort, 1936.

El estilo de Fine se puede caracterizar como el de Smyslov, por la búsqueda de la armonía, pero mientras para el ruso la Armonía, así con mayúscula, tiene connotaciones musicales y místicas, en el norteamericano encontramos que la armonía se estructura simple y lógicamente a partir de los principios que el mismo Fine llamó en su libro “CHESS EASY WAY”: 1) Fuerza, 2) Movilidad  3) Seguridad del Rey. Este libro que es un método fácil para enseñar a los adultos el juego del ajedrez, muestra la claridad y distinción en las ideas ajedrecísticas de este gran jugador. La Movilidad es, para Fine la base del juego posicional, por ello la estructura de peones es para él un caso especial de movilidad. Esta manera de concebir el ajedrez como ciencia es característica de Fine.

Por fortuna su gran actividad como escritor de ajedrez nos legó un puñado de libros que aún hoy día son parte de la moderna teoría del juego. Fine es uno de los pocos teóricos que explican las combinaciones en ajedrez sin ningún misterio. Sus métodos son heredados de la estructura mental de los científicos. Mientras otros autores hablan de las combinaciones como: “el triunfo de la mente sobre la materia”, Fine nos expone con la sencillez de un lógico: “Todas las combinaciones están basadas en un doble ataque… es obvio que para ello las amenazas deben ser significativas…pero ¿cuándo son significativas la amenazas?...solo en uno de dos casos: a) cuando son de mate o b) cuando son para ganar material… si no hay debilidades las combinaciones no son posibles”.

Bobby Fischer
Se ha dicho casi ya como un lugar común que, Bobby Fischer es el mejor representante de la Escuela Soviética de ajedrez, pero Boris Spassky y David Bronstein han cuestionado la existencia de tal escuela. Hemos citado al comienzo que Fine y Fischer se relacionaron en 1956 para un supuesto tratamiento psicoanalítico pero terminaron entregándose a su pasión y se olvidaron de Freud. No es nada descabellado pensar que ha existido también una escuela neuyorquina de ajedrez en donde, no por casualidad vivieron y murieron Steinitz, Lasker y Capablanca y surgieron otros jugadores de talla mundial como Marshall, Fine y Reshevsky y, fruto de ellos, el inigualable Bobby Fischer para llegar hasta hoy día con Hikaru Nakamura y Fabiano Caruana.

 Para un estudioso obsesivo como Bobby Fischer, quien padeció la monomanía de leer las proezas del sus “héroes” ajedrecísticos y, como Don Quijote  o Madame Bovary, quiso realizarlas haciendo lo que leyó, no debieron ser para nada extrañas las publicaciones de Reuben Fine en la revista Chess Review, donde este expuso temas teóricos generales como por ejemplo: “El valor de la ideas” en ajedrez y allí nos dice: “ En ajedrez como en otros campos, las ideas son medios del pensamiento organizado…Las ideas en ajedrez son de tres clases: a) generales, b) de largo alcance y c) específicas…lo más fácil es aprender los primeros dos tipos de ideas en los libros.” Pero, nos sugiere  Fine, se necesita pensamiento crítico y originalidad para la tercera clase de ideas.

Finalmente, es necesario decir, para hacer honor a Reuben Fine en el centenario de su nacimiento (1914-2014), que una vez que se retiró del ajedrez competitivo, se dedicó profesionalmente a ejercer la profesión de psicoanalista. Escribió muchos libros sobre psicoanálisis y su libro “Historia del Psicoanálisis”, se considera hoy un clásico. Tuvo amistad personal y profesional con Ernest Jones, el biógrafo oficial de Sigmund Freud,  intercambiando ambos autores discusiones sobre psicoanálisis y ajedrez. Fine, en su estudio de los nueve primeros campeones mundiales, distinguió entre “héroes” y “no héroes”, los primeros “utilizan el ajedrez para satisfacer sus sueños de omnipotencia”, los segundos “adoptan el ajedrez como una más de sus diversas actividades intelectuales”, a este segundo grupo, sin duda, perteneció Reuben Fine, mentor subrepticio de Fischer y discípulo ortodoxo de Freud.