Kaspárov asombra a los 53 años
El excampeón logra un buen resultado en partidas rápidas frente a tres estrellas
Sólo seis de los 40 primeros del mundo tienen más de 40 años; y ninguno supera los 50. Gari Kaspárov, de 53, fue el jueves y el viernes un rival durísimo en un torneo de partidas relámpago
 (unos 7 minutos por jugador y partida) a 18 rondas que disputó en San 
Luis (EEUU) frente a tres rivales de élite, los estadounidenses Fabiano 
Caruana, Hikaru Nakamura y Wesley So.
Era una liga a séxtuple vuelta, a un 
ritmo electrizante. Kaspárov superó a Caruana (2º de la lista mundial) 
por 4-2, y a Nakamura (6º) por 3,5-2,5; sólo fue dominado por So (10º) 
por 2-4 tras desperdiciar dos posiciones ganadoras. Nakamura ganó el 
torneo (11 puntos), seguido de So (10), Kaspárov (9,5) y Caruana (5,5).
El ruso, residente en Nueva York, que viaja con pasaporte croata para
 evitar represalias del Gobierno de Vladímir Putin, de quien es un 
furibundo opositor, aceptó el reto de enfrentarse en la modalidad 
relámpago a los tres primeros clasificados del Campeonato de EEUU, que 
terminó el martes con el triunfo de Caruana. “Estoy satisfecho con el 
resultado. Mi vida actual no me permite dedicar el tiempo necesario para
 preparar un repertorio de aperturas y defensas sólidas, las que están 
ahora de moda en los torneos de élite. Por tanto, debo elegir variantes 
agresivas, que implican mayor riesgo y gasto de energía. Haber superado 
en el resultado particular nada menos que a Caruana y Nakamura en esas 
condiciones tiene su mérito, sin duda”, manifestó tras terminar el 
torneo con sendas victorias sobre ellos.
| Kaspárov, durante una entrevista tras las partidas de San Luis Lennart Ootes (St. Louis Chess Club) | 
Kaspárov se retiró del ajedrez profesional tras ganar el torneo de Linares (Jaén) de 2005 y después de ser el número uno
 del mundo durante 20 años. Desde entonces se dedica sobre todo al 
activismo político contra Putin, a quien califica como “un dictador 
disfrazado de demócrata”, preside una fundación internacional en pro de 
los derechos humanos, da conferencias sobre estrategia empresarial para 
altos directivos (como la que dará en Madrid el 1 de junio)
 y escribe libros. Además, intentó batir, sin éxito, en las elecciones 
de la Federación Internacional (FIDE) de 2014 a su ínclito presidente, 
el millonario ruso Kirsán Iliumyínov. Tras ser arrestado y golpeado 
varias veces en Moscú, emigró en 2013 a Nueva York, dejando en Rusia a 
su madre, quien le inculcó la obsesión de dedicar su vida a luchar por 
objetivos grandiosos.
Pero esa febril actividad no le impide jugar partidas rápidas 
nocturnas por Internet con frecuencia. Ello explica, en parte, que en 
2011 y 2015 ganara en sendos duelos amistosos al francés Maxim 
Vachier-Lagrave (hoy, 5º del mundo) y al británico Nigel Short 
(subcampeón del mundo en 1993). Pero nunca desde su retirada había 
afrontado un reto tan exigente como el de San Luis. Sólo un animal 
salvaje de la competición dotado de un talento genial y una resistencia 
física y nerviosa impropias de su edad puede superar un listón tan alto.
¿Le anima este éxito a reaparecer, incluso en la modalidad clásica 
(partidas de cuatro o cinco horas)? “No. Aunque en este momento me 
siento eufórico por el resultado, sé que mañana, cuando me lo plantee 
con la cabeza fría, diré que no”, explicó Kaspárov, consciente de que, 
además de sus limitaciones biológicas, su ambición deportiva ya no es la
 de hace 31 años, cuando, a los 22, fue el campeón del mundo más joven 
de la historia.
La mayoría de los expertos consultados en diversos foros de Internet 
coinciden en que Kaspárov mostró el ajedrez de mayor calidad en San 
Luis, con independencia de los errores cometidos por la presión del 
reloj y el cansancio (EL PAÍS publica desde hoy una serie de sus mejores partidas de San Luis en la columna de ajedrez).
 Hubo incluso un incidente morboso, cuando Kaspárov movió un caballo 
frente a Nakamura a una determinada casilla, vio que era un error y lo 
llevó a otra. El ruso dijo después que no estaba seguro de haber soltado
 la pieza (en cuyo caso ya no podría rectificar el movimiento), y que si
 Nakamura hubiera reclamado él se hubiera rendido. Pero su rival tuvo el
 detalle de no protestar, que probablemente no hubiera tenido frente a 
un adversario de menor alcurnia.
Fuente: www.elpais.com