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03 noviembre 2011


Por: Eduardo Bermudez Barrera



Boris de Greiff, 1930-2011

Los inicios de Boris de Greiff en el ajedrez van de la mano de su tío, el musicólogo, matemático y ajedrecista, Otto de Greiff, quien lo llevara, a sus escasos nueve años, a presenciar las exhibiciones de simultáneas que el campeón mundial Alexander Alekhine ofreciera en Bogotá en 1939. También su padre el poeta León De Greiff, fue un gran aficionado al ajedrez. Doce años después de presenciar las simultáneas del Campeón Mundial Alekhine, ya en 1951, Boris de Greiff se coronaba como Campeón Nacional de Colombia. Su pasión por el juego ciencia lo llevó como jugador a integrar del equipo colombiano en nueve Olimpiadas (1954, 1956, 1958, 1966, 1970, 1972, 1974, 1976 y 1978). De Greiff es uno de cinco maestros colombianos que jugaron más de un centenar de partidas en olimpiadas (Miguel Cuéllar, Carlos Cuartas, Gildardo García y Alonso Zapata, completan el quinteto). Es, además, el único colombiano, hasta el presente, en ganar dos medallas olímpicas al obtener la medalla de plata como cuarto tablero en Niza, 1974 y la de Oro como mejor tablero reserva, en Haifa 1976. Entre los maestros de ajedrez colombianos, aun mantiene el record de mayor número de partidas consecutivas (22) sin perder en justas olímpicas. Sobre este último punto hay que decir que el record absoluto lo detenta el ex campeón mundial Tigran Petrosian quien alcanzó 95 partidas consecutivas sin conocer la derrota y para Latinoamérica, el GM argentino Julio Bolbochán, quien completó 50 partidas sin inclinar su monarca.

De entre las numerosas anécdotas en la carrera ajedrecística de Boris, hemos de decir que, luego de finalizada la Olimpiada de Moscú de 1956, el GM Miguel Najdorf le solicitó a de Greiff que lo acompañara como analista para el torneo en Memoria de Alekhine. En Moscú, tuvo ocasión de compartir con los mejores jugadores del momento entre ellos, el campeón mundial Mikhail Botvinnik, frente a quien Najdorf lo presentó como el hijo del “Pushkin colombiano”. Se refería sin duda el maestro polaco argentino, al célebre poeta León de Greiff, quien, según se cuenta, hacia finales de los años cuarenta, enseñara a mover las piezas de ajedrez al premio Nobel de Literatura, 1982, Gabriel García Márquez, lo cual si bien no lo convirtió en ajedrecista, sí le hizo tomar en alta estima el juego ciencia, como se puede constatar leyendo varias de sus celebradas obras literarias.

Boris obtuvo el título de Maestro internacional al ganar el Zonal Centroamericano y del Caribe en Caracas en el año de 1957. Ello le dio el derecho a participar en uno de los eventos históricos más importantes del siglo XX: el torneo Interzonal de Portoroz de 1958. Decimos que este Interzonal fue histórico porque significó la consagración de dos figuras extraordinarias del ajedrez del siglo XX: Miguel Tal, quien allí inició su meteórica carrera hacia la cima del trono de Caissa y Bobby Fischer, quien se convirtió en el más joven candidato al título mundial de ajedrez. Boris De Greiff ha sido el colombiano que ha compartido con mayor número de campeones mundiales de ajedrez como: Smyslov, Tal, Petrosian, Spassky y Fischer, contra quienes se enfrentó directamente en torneos internacionales o, Alekhine, Euwe y el mismo Spassky por sus visitas a Colombia y Botvinnik, Karpov, Kasparov, Anand, Kramnik, en calidad árbitro y/o participante en las olimpiadas.

De entre sus múltiples participaciones internacionales nos parece indispensable mencionar un testimonio gráfico de inestimable valor para el ajedrez orbital el cual apareció en la revista inglesa “Chess”, como portada de Junio, 1962, en donde el maestro colombiano aparece jugando su partida del Torneo Capablanca en Cuba, en el citado año, contra el entonces el joven campeón soviético Boris Spassky y de mirón, como en cualquier sala de ajedrez que se respete, justo después de la jugada 18 de las negras, aparece un aficionado de tabaco y boina mejor conocido como Ernesto "Che" Guevara. El “Ché”, como funcionario de altísimo rango del gobierno cubano de entonces, fue uno de los principales impulsores de los famosos torneos Capablanca In Memorian, los cuales han seguido realizándose ininterrumpidamente desde hace más de medio siglo, para bien del ajedrez latinoamericano y mundial.

Boris De Greiff fue también un reconocido escritor profesional de ajedrez, sus brillantes columnas en periódicos y revistas de gran circulación, comentaron por varios decenios, de manera muy amena la escena ajedrecística nacional e internacional, intercalando en ocasiones espléndidas anécdotas en muchas de las cuales fue protagonista o testigo de excepción, con sesudos problemas o las brillantes combinaciones que publicó en su propia revista Alfil Dama, en su Columna del periódico El Tiempo o en la de la revista Cromos. Toda esta labor se constituyó en gran deleite para los innumerables de lectores aficionados al juego ciencia en Colombia e Hispanoamérica.

De Greiff fue nombrado árbitro internacional en 1978, oficio que desempeño en múltiples torneos internacionales y para el año 2002, la Federación Internacional de Ajedrez FIDE le concedió el diploma de Miembro Honorario. De entre sus centenares de partidas, es menester que señalar algunas que han sido meritorias al ser publicadas en importantes medios ajedrecísticos mundiales a saber:

La revista alemana Schach-Eco, publicó en enero de 1955, bajo el título: “Brief aus Kolumbien” (carta desde Colombia), un artículo sobre el ajedrez en Colombia. Con el artículo apareció la partida que Boris de Greiff le ganó al maestro venezolano De Lara en el Zonal de Caracas, 1954, destacando la posición final con un diagrama antes de la decisiva 29. Db5! jugada con la cual el joven y hábil táctico ajedrecista colombiano aprovechó la debilidad en octava fila de las piezas negras.

En el libro de la Olimpiada de Ámsterdam 1954, apareció también su victoria contra el alemán Lothar Schmid. Los elogiosos comentarios a esta producción del por entonces joven maestro colombiano los hizo el ex-campeón mundial Max Euwe. Allí Euwe pondera muy positivamente las virtudes ajedrecísticas del ajedrecista suramericano quien, por transposición, termina conduciendo magistralmente un ataque Keres en la siciliana y con su “bonito sacrificio” de la jugada 21, logra obtener una ventaja decisiva.

El maestro ruso Yudovich, comentó, en los boletines soviéticos sobre la Olimpiada 1954, su interesante victoria sobre el maestro suizo Edwin Bhend. La revista argentina Ajedrez destacó su brillante partida contra el maestro Idígoras del Torneo Mar del Plata, 1955. David Bronstein seleccionó, para comentarla en su libro “200 partidas abiertas”, su partida de Portoroz contra de Greiff en la cual este le jugó la Ruy López, variante Steinitz, para anotarse unas honrosas tablas.

Su victoria contra Bent Larsen en el Interzonal de Portoroz, le debe mucho, según contaba el propio de Greiff, a su analista y amigo, el MI Luis A. Sánchez. En el libro del torneo del torneo Gligoric y Matanovic comentan que el final de damas debía ser tablas, pero como Larsen ya por aquella época solo jugaba por el punto completo, terminó recibiendo mate. Finalmente, la prestigiosa revista Shajmaty, publicó en una selección de las mejores partidas del Torneo Capablanca, 1973, su brillante partida contra el MI cubano Joaquín Díaz. Allí el antillano, con fama de combinador, terminó combinado por el ya veterano maestro colombiano. El algoritmo del maestro de origen paisa fue bastante claro: buena información teórica en la apertura, como se puede observar en su partida contra Amador Rodríguez en el torneo Capablanca 1974, -con la misma variante Tartakower de la defensa Ortodoxa que jugaran Fischer y Spassky en la sexta partida del Macht de 1972- y suficiente habilidad combinativa para mantenerse alerta, como en la citada partida contra Joaquín Díaz.

En los últimos lustros de su ajedrecística vida, Boris de Greiff se prodigó en publicaciones de libros que deben considerarse como su mejor legado para el ajedrez nacional e internacional. De entre ellos cabe destacar títulos como: “Grandes partidas del siglo XX”, “Mil y una partidas” y “Jaque al Olvido”, este último con prólogo del ex presidente Belisario Betancur, es una maravillosa contribución a la historia nacional del ajedrez.