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26 septiembre 2009

Educación y Ajedrez

PRINCIPALES OBJETIVOS PERSEGUIDOS A TRAVÉS DE LA ENSEÑANZA DEL AJEDREZ - INTELIGENCIA EMOCIONAL

No sólo amamos el noble y milenario juego del ajedrez; estamos convencidos de la necesidad de su enseñanza a los niños y jóvenes.

No se trata meramente de desarrollar la inteligencia académica. No hablamos de cocientes intelectuales. Se trata de cultivar la “inteligencia emocional”. No descubrimos nada si hablamos que estadísticamente las puntuaciones académicas más elevadas no alcanzaron los mayores éxitos en los distintos aspectos de la vida. En el mundo de todos los días la mayor inteligencia es la interpersonal: si se carece de ella las elecciones de vida seguramente serán inadecuadas.

Los griegos utilizaban la palabra ‘sophrosyne’: cuidado e inteligencia para conducir la propia vida; un equilibrio y una sabiduría templados.

Este cuidado e inteligencia deberían comenzar lo más temprano posible, transmitiendo desde nuestro lugar el amor hacia el ajedrez. Los niños deben sentir deseos de jugar por encima de todo, disfrutar el deleite del juego. Uno aprende de forma óptima cuando tiene algo que le interesa y obtiene placer ocupándose de ello. Sólo así alcanzarán el éxito que no será sólo deportivo o económico.

Los principales componentes de un programa acorde a lo planteado y altamente posibles a través del contacto con el ajedrez son:

*Conciencia de uno mismo: observarse y reconocer los propios sentimientos; crear un vocabulario para ellos; conocer la relación entre pensamientos, sentimientos y reacciones.

*Toma de decisiones personales: examinar las acciones y conocer las consecuencias; saber si el pensamiento o el sentimiento está gobernando una decisión; aplicar estas comprensiones a temas tales como sexo y droga.

*Manejo de sentimientos: controlar la “conversación con uno mismo” para captar mensajes negativos tales como rechazos internos; comprender lo que hay detrás de un sentimiento (por ejemplo el daño que se oculta tras la ira); encontrar formas de enfrentarse a los temores, la ansiedad, la ira y la tristeza.

*Manejo del estrés: aprender el valor del ejercicio, de la imaginación guiada, de los métodos de relajación.

*Empatía: comprender los sentimientos y las preocupaciones de los demás y su perspectiva; apreciar cómo la gente siente de diferente manera respecto de las cosas.

*Comunicaciones: hablar eficazmente de los sentimientos; convertirse en alguien que sabe escuchar y plantear preguntas; distinguir entre lo que alguien hace o dice y las propias reacciones o juicios al respecto; enviar mensajes personales en lugar de culpabilidad.

*Revelación de la propia persona: valorar la apertura y crear confianza en una relación; saber cuándo es posible arriesgarse a hablar de los sentimientos personales.

*Penetración: identificar pautas en la propia vida emocional y reacciones; reconocer pautas similares en los demás.

*Aceptación de uno mismo: sentir orgullo y verse uno mismo bajo una luz positiva: reconocer los propios puntos débiles y los fuertes; ser capaz de reírse de uno mismo.

*Responsabilidad personal: asumir responsabilidades; reconocer las consecuencias de las propias decisiones y acciones, aceptando los sentimientos y estados de ánimo, cumpliendo compromisos (por ej. Estudiando).

*Seguridad en uno mismo: manifestar las preocupaciones y sentimientos sin ira ni pasividad.

*Dinámica de grupo: cooperación; saber cuándo y cómo conducir, y cuando seguir.

*Resolución de conflictos: cómo pelear correctamente; el modelo ganador para negociar compromisos.

Tenemos la enorme dicha de practicar un juego en el que no existen diferencias ni económicas, ni sociales, ni sexuales, ni religiosas, ni de capacidades distintas. Esto es fácilmente comprobable por quien acude a un club: hombres y mujeres; adultos y niños; profesionales, comerciantes, obreros, jubilados y carentes; no videntes, personas de movilidad reducida, personas con retrasos mentales. TODOS TIENEN CABIDA EN NUESTRO AJEDREZ.
Luis E. Ferrari